domingo, 25 de noviembre de 2007
Las satisfactorias jornadas de pesca que el sargo proporcionó a la flota del cerco hace unas semanas son ya prácticamente cosa del pasado.
De las entre seis y ocho toneladas diarias que hace quince días se estaban descargando en la lonja de Ribeira se ha pasado a una ausencia casi total de la especie en las subastas.
No me extraña
Su presencia se limita ahora a los ejemplares que capturan los trasmallos, los miños y demás artes menores.
Es verdad que, en alguna medida, la disminución de las capturas tiene relación con el amarre de buena parte de la flota cerquera, de aquellos barcos que han decidido secundar el paro biológico de la anchoa y que tendrán que estar 40 días amarrados a puerto si quieren cobrar los 45 euros de indemnización por jornada de descanso obligatorio. Pero no es menos cierto que los que siguen trabajando en el caladero gallego tampoco han visto signos de la abundancia de hace unas semanas.
El Escalador , un cerquero de Portosín, llegó a puerto el miércoles con 2.400 kilos de sargo en las bodegas. íƒÆ’í¢â‚¬Å¡íƒâ€ší‚«Aínda se fixeron 15.000 eurosíƒÆ’í¢â‚¬Å¡íƒâ€ší‚», explica Gonzalo Pérez, armador del buque sonense. Pero el jueves ya no trajo ni un ejemplar a bordo. Ni sargo, ni ningún otro pescado digno de subasta, porque a las horas y en las zonas en las que se larga el aparejo para el espárido no suele haber ninguna de las especies a las que habitualmente trabaja el cerco.
Sin explicación
Aunque los marineros vinculan la aparición del sargo, con esa inusitada profusión y tamaño, al menor uso de la dinamita en el caladero, los científicos restan peso a esa teoría. No hay duda de que esa supuesta menor utilización de explosivos influye positivamente en el caladero, pero de ser ésa la causa, íƒÆ’í¢â‚¬Å¡íƒâ€ší‚«los efectos se notarían en todas las especies en general, no sólo en una concretaíƒÆ’í¢â‚¬Å¡íƒâ€ší‚», argumenta Fran Saborido, investigador del área de Pesquerías del Instituto de Investigacións Mariñas de Vigo. Saborido alude más bien a una confluencia de factores y, con todas las cautelas que le impone el no disponer de datos sobre la especie, aventura que la situación puede derivarse de un cambio en la temperatura del agua o de una menor presencia de sus depredadores naturales. Ahora bien, la carencia de una serie histórica sobre la abundancia y distribución de este espárido, impide determinar con precisión a qué obedece una circunstancia anómala como lo es que el cerco haya capturado sargo en cantidad -cuando la tradición es que la especie llegue a la lonja procedente de las embarcaciones que utilizan trasmallos- y que los ejemplares pescados sean de gran tamaño.
Falta de series históricas
A esa falta de series históricas alude también Xoan Pazó, responsable de la Unidade Técnica da Baixura, de la Consellería de Pesca. íƒÆ’í¢â‚¬Å¡íƒâ€ší‚«Para atopar unha explicación científica é preciso que a especie sexa o suficientemente observada, e neste caso non o estáíƒÆ’í¢â‚¬Å¡íƒâ€ší‚», explica este experto del departamento autonómico. Por eso alude a que incluso pudiera tratarse de íƒÆ’í¢â‚¬Å¡íƒâ€ší‚«unha cuestión de oportunidadeíƒÆ’í¢â‚¬Å¡íƒâ€ší‚»; esto es, que se haya dado la casualidad de que un cerquero se encontrase en el lugar y el momento oportuno para dar con un banco de estos peces y que las demás embarcaciones lo siguieran.
Fuese por lo que fuese, lo cierto es que el sargo llegó en abril como agua de mayo, justo a tiempo para salvar a una flota que en plena temporada baja de la sardina y sin la alternativa de la anchoa en el golfo de Vizcaya, probaba suerte con el palangre en la pesca de verdel en el Cantábrico. Ahora, a falta de sargo, se entretiene largando a la rincha (verdel) mientras que San Juan no aúpa a los altares a la que es su especie por excelencia: la sardina.
La voz de Galicia
