Es viernes por la tarde. Son las 18:10 y todavía estoy terminando un proyecto para un cliente tiquismiquis. Le tenía que haber cobrado más. Sé de antemano que esto me va a traer más de un quebradero de cabeza en el futuro, pero bueno, eso ya se verá la semana que viene. Ahora solo tengo una cosa en mente: el mar.
Ha sido una semana bastante dura. Mucho curro y la noticia de que mi segundo retoño está en camino. No sé si tomármelo como una buena o como una mala noticia. Yo estaba muy agusto con uno. Ahora con dos, las cosas se van a complicar y las jornadas de pesca se reducirán. En fin, habrá que darle otro hermanito a Jorgito para que juegue. Por eso sí que me alegro.
Son las 18:25 y ya oigo a mi jefe que empieza a cerrar puertas, así que despego mi culo del asiento y salgo petado para Alicante. No os creais que tenía todas conmigo. Hasta el último momento estaba indeciso sobre ir o no ir. Al final (como siempre), ganó la afición.
Durante las 3 horas que duró el camino, no paraba de darle vueltas al coco, los waypoints que iba a visitar: "viseramerogordo", "cantilguapo", "labarretadelos3meros"....No sé, mañana según como se plantee el día, me decidiré. Hice todo el camino sin la radio puesta, yo solo, conmigo mismo, ronroneando la misma canción, pesca y más pesca. Menuda obsesión.
Llego a la Marina a las 21:30 y me voy a preparar el barca ya que mañana no quiero gastar energías en nada que no sea pesca. Así que quito la lona, arranco el motor, hago un par de bricos y dejo todo fetén para el día siguiente.
Con los deberes hechos, me pido un arroz frito tres delicias en el Chino, para llevar, y los devoro en casa viendo una peli. Las cosas van bien. Todo me indica que este va a ser un buen finde.
Antes de meterme en la cama, me miro en el espejo...Joder, que cara más mala tengo. Espero que el salitre y el sol me hagan un lifting porque parezco una momia.
Pongo el despertador a las 9:15 y me meto en la piltra. Dulces sueños.
A la mañana siguiente, me despierto a las 9:06. Cojonudo. Estas cosas me hacen sentirme bien. Todavía arrastro un poco de cansancio de la semana, pero me vuelvo a mirar en el espejo, y mi cara ha rejuvenecido bastante. No hay nada como un sueño reparador, sin ruidos, sin sobresaltos. Tu solo.
Como ya tenía todo perfectamente ordenado del día anterior, solo realicé la rutina mecánica de costumbre: afeitado y cagado. No van una sin la otra.
Salgo de casa 5 min después de haberme levantado. La mili me sirvió para estas cosas: diligencia.
De camino al puerto, me paro en un café donde a veces me tomo el desayuno. Dado que el sol calienta, decido quedarme en una mesita de la terraza y mientras el solecito mañanero me acaricia la cara, llamo al camarero:
Café con leche, media tostada, pincho de tortilla y zumo de naranja, por favor.
Al de 2 minutos escasos tenía todo dispuesto encima de la mesa. Hay que ver la eficiencia de los camareros de esta cafetería, nunca dejan de sorprenderme. Me tomo el desayuno con toda la tranquilidad del mundo. Quiero metabolizar bien los alimentos, sin estreses ni sobresaltos. Y hay que dejar que el solecico hago su función de bronceado. Disfruto mi desayuno una barbaridad, calentito y sin viento. Un lujo para estar en mitad de Noviembre. En el fondo sé que estoy haciendo tiempo para no pegarme una pasada en el agua, porque está claro que me voy a quedar hasta que se ponga el sol. Así que este pequeño descanso lo agradecerán mis músculos esta noche, y sobre todo mañana, que queda otra sesión.
Pago y me levanto satisfecho de mi almuerzo. Me dirijo al puerto y aparco justo enfrente de mi amarre, hay sitio de sobra. Es una gozada estos mesos de otoño en los que ya se han ido todos los guiris. En verano es un infierno. Por eso yo en Agosto, prácticamente no pesco en el Mediterráeno, huyo pal Norte.
Bueno, la cosa ya se va animando. Me cambio en la ducha con agua calentita. Aaaaaaaaa..que placer. Ya estoy a tono. Con los dientes afilados.
Cargo todo en la barca y salgo con paso firme hacia el azul, 12 millas me esperan. 20 minutos de cómoda navegación. El mar está planchado, no hace frio. Todos los días de pesca tendrían que ser así.
El waypoint decidico es "merocabron". Este es un mero que llevo viendo todo el verano y todavía no he sigo capaz de pillarlo. Siempre me da esquinazo. La última vez me dio una oportunidad, pero como no, fallé. Así que anclo a unos 50m de la cueva del mero, para no disturbarlo y así aprovecho para hacerme el cantil hasta su cueva.
Me tiro al agua, y está muy buena. Visibilidad: 10-12m, temperatura 17.-C. Me llevo el 90, que es mi titular. Con el agua tan clara, hacer piezas es realmente jodido. Los peces se refugian en lo más hondo de sus cuevas y es difícil hacer buenos ranchos. Pero me da igual. Prefiero mil veces pescar con el agua clara, que hacer una buena pesquera. Así que a disfrutar!!
Después de recorrerme el veril, llego a la cueva de Mr. Cabrón y esta vez no ha acudido a su cita. Debe estar en lo más hondo de su tana, impracticable tana, tomándose un chocolate con churros. Bueno, ya te veré en la próxima.
Como la barca está a unos 50metros, no me voy a hacer el mismo camino de vuelta, evidentemente. Así que me abro y me hago la cara opuesta del veril que cae de una manera menos agresiva, y en principio, menos atractiva.
Hay 13.5m y hay bastante vida. Un manto de obladas, sarguitos, chirretes y chuclas cubre el fondo hasta un metro de altura más o menos. El hecho de que el pescado esté tan pegado a la piedra me indica que algún depredador puede estar cerca, pero por otra parte, el agua tan clara, hacía parecer complicada cualquir posibilidad de encuentro.
Yo andaba con la mosca detrás de la oreja y cosa rara en mí, me pongo a hacer esperas sin haber visto todavía ningún atisbo de depredadores. Hago dos esperas sin ninguna consecuencia, pero a la tercera va la vencida. De repente, de la nada, aparece un banco de dentones. Tienen cara de mala leche, están guerreros.
Es impresionante ver evolucionar un banco de estos ejemplares con el agua tan limpia. Reflejos rosados y violetas, y ceños fruncidos desfilan ante mí. Los más pequeños se acercaban altivos, mientras que los ejemplares de mayor peso se quedan bastante atrás. Entre todos estos, destacaban dos moles que andaría sobre los 4-5kilos. Yo ya tenía le objetivo fijado, quería uno de los gordos.
Subo, me ventilo y de repente me doy cuenta de que tengo en la mano el puto 90. ¿Cual voy a tener si es el que siempre uso?
En estas situaciones se me pasa de todo por la cabeza. Y esta vez me sentía como si me hubieran encogido la polla y me tuviera que follar a una negra con tetas como melones y con el parrús como una boca de metro. Era un sensación incómoda, de impotencia, de querer y no poder.
Es cierto que con ese fusil me he cargado este año buenos dentones, pero también es cierto que las gomas las estrené a principios de año y entonces pegaban un buen castañazo. Con ese fusil, esas gomas y con el agua un poco tomada, me hubiera sentido completamente seguro. Pero así, con las gomas un poco cedidas (ahora están perfectas para el agujero) y con el agua cristal, era como estar en una pesadilla sexual. Tenía que lograr un tiro muy cercano para asegurarme la captura.
Así, que todo está dicho: a por la negra!!!
Me pongo en modo espera ON. Me tranquilizo, respiro tranquilo, el pulso baja. Noto que me empiezan a crecer algas en los antebrazos, en la capucha y en las piernas, a modo de camuflaje, y si no me crecen, yo me lo creo. El cristal de las gafas se oscurece. Pabajo que voy!!!
En el modo espera ON cambia radicalmente mi estilo de bajada y de aleteo. Cuido el golpe de riñón al máximo, nada de ruidos hasta estar completament sumergido, hidrodinámico al máximo. Hay que avanzar lo máximo posible con el mínimo esfuerzo. Intentando no generar ondas de presión. Aleteo firme pero suavemente hasta que noto que empiezo a caer. No miro al fondo. Lo intuyo e intuyo donde me voy a apostar. A 5 metros del fondo me inclino a 45.- y caigo suavemente en diagonal, ahora sí, decidiendo mi puesto de acecho definitivo. Repto unos metros por el fondo, como por telequinesia y me quedo quieto. La nube de dentones se pone más y más nerviosa, se vuelve agresiva. Ya tengo a tiro los ejemplares de 2 y 3kg, pero la negra se resiste. Está cachonda pero hay que trabajarla más.
Hago varias esperas más, inspirando cada vez más confianza a los dentos. Los gordos se resisten. Y de repente veo el banco disparse. Me cago en la puta. La he cagado!!!!
Maldiciendo mi suerte y mi mala decisión por no haberle atizado a los de 3kg, sigo pescando en modo agujero-On, pero en modo espera-Standby. En una caída veo una vaguada interesante. En la parte superior purulan 3 corbas y me parece un buen destino. Me acerco por donde se han metido las corbas y me dejo caer suavemente en la vaguada, sin dejar de vigilar ni por un solo momento el horizonte. Miro en la grieta pero las corbas ya se han adentrado demasiado, levanto la vista y están ahí. Los dentones han vuelto, y esta vez los noto cachondos de verdad. Las esperas confiantes de antes todavía mantenían su efecto y de repente una mole me encara.
Estoy bien encastrado en la piedra y el cabezón se acerca cada vez más. Tiene a su izquierda y a su derecha otros dos ejemplares de menor peso, por lo que pienso que tiene que seguir con la misma trayectoria. Y así es, sigue, sigue, sigue....y la negra se corrió. AAAaaaaahhhh!!!!!
Tiro a capón (que no por ser a capón es un tiro bueno) y arranque brutal del espárido. Joderrrrrr!!!! Tu no te me vas!!! Dada la poca profundidad, estoy cómodo y se que voy a poder bregar con él sin subir a la superficie. El dentón herido y cabreado describe un semicírculo despidiendo burbujas y cortando el agua, ZZIUUUUsssssss... Ha soltado 4 o 5 metros de carrete pero no le voy a regalar ni un centímetro más. Ya he visto el tiro, ha sido bueno, así que afianzo. El dentón se gira y pica hacia una losa que levanta 50cm del suelo. Es increible, que con la tensión a la que estoy sometiendo al cabo, el dentón sea capaz de maniobrar y meterse debajo de la cornisa. Menuda fuerza!! Pero tengo la sartén por el mango, al mantener el cabo tenso, la varilla hace de tope y el dentón le cuesta mucho adentrarse. Desde el disparo hasta aquí, solo ha pasado un segundo o segundo y medio. Sigo manteniendo el cabo tenso a medida que voy cobrando y me voy acercando a la entrada de la visera, donde el dentón sigue coleteando con una fuerza bárbara, en un intento desesperado de enrocarse. Cuando me acerco ya veo las escamas y las tonalidades violetas de mala hostia y me doy cuenta de que es un buen bicho. Lo agarro, lo aprieto contra mi pecho. La punta de la varilla me pincha en pecho, pero no me importa. Lo tengo. Es mio. Soy feliz.
Cuelgo a esta belleza de la boya y sigo pescando. Hace años hubiera estado nervioso perdido con esta captura y me hubiese costado seguir pescando. Ya no. En cierto modo me da un poco de pena haber perdido ese nerviosismo de las primeras buena capturas. C'est la vie.
Foto de rigor. Estaba solo a bordo.
Junto a las aletas asturianas.
El bicho en todo su esplendor.
Como el banco de dentones ha desaperecido y ahora sí que sí estoy en modo espera "más que on", me voy pa lo hondo. Voy a ver si los dentones están más calmados en profundidad o si por lo menos, están. Me encuetro en muy buena forma. Esta es la época del año en la que mejor forma estoy. Ni verano ni leches. Ahora. Todo el agua a la misma temperatura, pocos barcos, el pescado se acerca a la costa. Hay que aprovechar.
Pero nada, en lo hondo, no veo nada digno de mención, salvo un par de corbas escurridizas que se esconden en una cueva que ha tenido que cobijar muchos grandes meros en épocas pasadas. Ya no. Ahora está todo repelao. Pero tampoco me quejo. Si no, esto sería jauja.
Al final el día se saldó con una sola presa. Me sentía extraño por haber pegado solo un tiro. Pero era un buen tiro y una buena presa. Estaba más que satisfecho. Esta noche dormiré bien. A las 22:00 ya estaba en el sobre.
Me despierto solo. Son las 7:40 de la mañana. Todo un récord para mí. Hay que aprovechar y así me vuelvo a Madrid pronto. Recojo toda la casa para no tener que volver, y salgo para el puerto. Vuelvo a desayunar en el café del día anterior. Pero esta vez dentro, ya que Lorenzo todavía estaba desperezándose y hacía un biruji curioso. Hoy me pido tostada con aceite, zumo y café. Mientras desayuno, los jubilados comentan en la barra sus hazañas pescatorias de la semama. Esta semana ha sido muy buena para el calamar, dicen. Y para el dentón también, pienso yo.
Ya estoy otra vez en ruta, hoy sí que tengo claro mi objetivo: Dentex.
Y esta vez la negra no me va a coger de improviso. Así que me armo con un 100, varilla de 7mm y gomas de 20. Ahora sí que voy bien calzado, se va enterar.
Visito el primer cabo, donde hace años que no voy, pero que en su día me proporcionó buenos dentones. Hago unas pasadas pero nada, ni atisbo de cola. Me abro y empiezo a buscar piedra. Gorka, no!!! Que has venido a por dentones!!!
Pero la piedra puede, y me dejo llevar buscando algún rodal perdido en aquella inmensidad de posidonia. Que aburrimiento. En una bajada veo un pequeño hondo, con una pequeña playa de arena. Sin apenas piedra. Pero bajo, dado que es lo más interesante que he visto hasta ahora. Hay 18m. Una vez que llego al fondo, me fijo que un grupo de castañuelas están pegadas a la piedra como con loctite. ¿Que pasa aquí? ¿Habrá dentones cerca? Me pongo otra vez en modo espera, a la vez que escudriño la pequeña raja, y de repente me doy cuenta. Un bonito mero está encajado, inmóvil, enseñandome la espina dorsal. El mero era más grande que la hendidura pero era realmente difícil verlo. Tiro mortal y pa la saca. Empezamos bien.
Sigo con mi prospección y tras varias bajadas, veo un abadejo correr un cantil. Lo sigo, y estimo donde se ha refugiado. En la siguiente bajada lo fulmino. Bien.
No veo nada más así que decido moverme a otros andurriales. Aquí el agua está algo más turbia. Mejor para lo que ando buscando. Hago una serie de esperas y no veo nada destacable a parte de un dentoncete de un kilo que me persigue durante buena parte de la jornada, pero siempre manteniéndose a distancia de tiro. Estos cuando van solos son unos acojonados.
Sigo haciendo caidas hasta que caigo (y nunca mejor dicho) en el borde del cantil. Cuando estoy a punto de posarme, tres cabezones se me acercan desde la nada y yo todavía no he terminado de caer. La leche!!!!!!
La escena me pilla por sorpresa y no puedo reaccionar bien, ya que todavía tengo flotabilidad positiva y los dentex ya me han visto de sobras. Intento acercarme lo máximo posible a medida que voy cayendo y cuando ya han girado, satisfecha su curiosidad, aprovecho para dar las dos últimas paladas y disparo. A tomar por culo!!!!! Fallo. Me cago en la leche.
Con lo gordos que eran... Y mira que he tirado de cerca. Yo creo que el fusil de 90 me tira bajo y el de 100 me tira alto. Mira que hay que tener ganas de joder.
Vuelvo a bajar con el corazón a mil, y el banco sigue ahí. Pero los trancos están más que escamados y veo difícil terminar con éxito una captura. El banco es parecido al de ayer, pero con la diferencia de que los pequeños hacen 3-5 kilos y los gordos 6-7 kilos. Hay tres gordos. Cada bajada es una descarga de adrenalina brutal. Ver las moles de entre 3 y 5 kilos revolotear delante del fusil, mientras los gordos se pasean de un lado para otro, pero sin decidirse. La verdad es que tengo los huevos cuadrados por no disparar a los de 5kg. Si el día anterior no me hubiera cargado ya un buen dentón seguramente hubierado tirado al primer gordo que se me hubiera puesto a tiro. Pero el hecho es que ya llevaba una buena pieza en la buchaca y quería algo más. Así que con dos cojones, a por el Big íƒâ€˜ordo. Os puedo asegurar que estar rodeado de moles y no disparar es una situación bastante extraña, y más donde yo pesco. Pero la decisión estaba tomada.
Despúes de 4 o 5 bajadas alrededor del primer punto. Los gordos se fueron calmando despúes del primer susto. Cuidé hasta el último detalle, hasta que una espera, al fin, el más gordo me entró a morir. La sensación no es que fuera fuerte, fue de infarto. Dios que gusto apretar el gatillo sabiendo que vas a acertar sí o sí. Nos ha jodido, con ese cabezón que parecía un trolebús. El tiro fue en todo el ojo. Es un tiro cojonudo, ya que el dentón no se puede entanar, más que nada porque no ve una mierda.
Esta vez cuando colgué el cacharro en el pasapeces si que estaba nervioso y decidí salirme del agua. Ya llevaba el troncho dento, el mero, el abadejo y una buena corba. El día estaba echado. Un día radiante y espléndido. Cojonudo.
A las 18:30 estaba en Madrid abrazando a mi hijo y dando un beso a mi mujer. Cuando las cosas salen bien, salen bien. Solo me sale una palagra:
SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII.
Fotos del bicho:
Y otra. Para los que los gusta las foros coleras.
