í‚«No te pago la cerveza y encima te voy a robarí‚»
Un cliente sustrae 700 euros en un bar y golpea al dueño con un arpón de pesca
La víctima estuvo un día hospitalizada
10.07.09 - JUAN CANO| MíƒÂLAGA
José Antonio aún presenta las secuelas del robo. / GALINDO
El bar estaba vacío. José Antonio, el camarero, esperaba detrás de la barra la llegada de algún cliente. A las ocho de la tarde apareció un hombre de unos 35 años vestido con vaqueros, una camisa blanca y unas deportivas de marca. í‚«No tenía mala pintaí‚», afirma el hostelero, acostumbrado a radiografiar a la clientela que le va a dar problemas. Reconoce que no vio nada raro en él. Le pareció un tipo normal. Pero esta vez se equivocó. No podía imaginar lo que estaba a punto de sucederle.
Los hechos ocurrieron el martes en el bar Mónica, un negocio familiar con más de tres décadas de antigíƒÂ¼edad situado a la altura del número 31 de la calle Héroe de Sostoa. José Antonio Montero (41 años), que regenta el establecimiento junto a su hermana, se dirigió al supuesto cliente para atenderlo. í‚«Ponme una cervezaí‚», pidió el hombre. El camarero se la sirvió y siguió con sus tareas. í‚«Estuvo un par de minutos viendo el 'sistema' -se refiere al lugar donde está la caja registradora y la manera de llegar hasta ella- y se levantó para ir al servicioí‚», comenta el hostelero.
Sin dinero para pagar
Al volver del aseo, el desconocido desveló sus verdaderas intenciones. Le dijo que no tenía dinero para abonar la consumición y, cuando José Antonio le recriminó que entonces no tenía que haber pedido nada, el hombre le espetó: í‚«No te voy a pagar la cerveza y encima te voy a robarí‚».
La amenaza iba en serio.
El ladrón agarró un fusil de pesca submarina que escondió debajo del mostrador cuando entró en el establecimiento y asestó al camarero un golpe seco en la cabeza con la empuñadura del arpón. í‚«Me dejó K. O. Sentí que me iba a desmayar, pero aguanté. Los médicos dicen que las consecuencias del golpe hubiesen sido mucho peores si llego a perder el conocimientoí‚», explica la víctima.
José Antonio se desplomó detrás del mostrador. El agresor rodeó la barra y, según el denunciante, siguió golpeándole con la culata del fusil, aunque él pudo protegerse interponiendo los brazos. Pero la agresión no acabó ahí. í‚«Me tiró encima la vitrina -un pesado expositor de cristal, con las tapas y la bollería- con la intención de rematarmeí‚». Los reflejos del hostelero le permitieron apartar la cabeza, aunque no logró quitar la mano. La vitrina le ha causado una fractura en el dedo índice de la mano izquierda.
Tras el brutal ataque, el ladrón tiró al suelo la caja registradora y cogió el dinero de la recaudación, unos 200 euros. También se llevó otros 300 en monedas para el cambio y 180 que tenía José Antonio en la cartera. Luego, se metió el dinero -casi 700 euros- en el bolsillo y salió caminando í‚«tranquilamenteí‚» con su arpón en la mano. .
El camarero se levantó como pudo y avisó por teléfono a sus padres, que viven muy cerca. í‚«Cuando lo vi parecía una momiaí‚», dice José Montero padre. í‚«No se podía mover, estaba arrinconado por la vitrina y no podía salirí‚». La policía llegó en unos minutos y pidió urgentemente una ambulancia, que lo trasladó al hospital. Permaneció ingresado en observación de urgencias durante 24 horas, ya que presenta un fuerte coágulo en el ojo izquierdo y una brecha que impresiona en la cabeza, donde han tenido que darle más de 20 puntos.
La víctima aún no da crédito a lo que le ha pasado. í‚«No entiendo cómo puede ir una persona por la calle con un fusil escondido con dos bolsas de plásticoí‚», reniega. í‚«Yo pienso que es un loco que iba de cacería, y me tocó a míí‚», concluye.