La brisa marina arrastra consigo cristales de sal que chocan contra mi piel, mis ojos casi cerrados evitan el sol excesivo del mediodía mientras el pelo alborotado azota mi rostro. La mirada perdida en el vasto horizonte, lleno del azul del cielo y del mar.
El sonido de las olas al romper contra la orilla apacigua mi ánimo, y el aire marino llena mis pulmones invitándome a retenerlo en mi interior unos instantes para recordar lo que soy.
Estoy de vuelta, estoy en casa.
He quedado con mis amigos, como antes, todo tan fácil y rápido como una llamada de teléfono ¿pesca?, í¢â‚¬â€œ pesca-
Nos volvemos a juntar tanto tiempo después de la última, parece que fue ayer que nos despedíamos í¢â‚¬Å“hasta la próximaí¢â‚¬Â y aquí estamos de nuevo. Como si no hubiera pasado el tiempo, como si sólo hubieran pasado una o dos semanas como solíamos hacer antes.
No ha pasado el tiempo. El material está tal cual lo dejé, esperándome impaciente. ¿Habré olvidado? Las gafas en la cara, el tubo en la boca, los guantes en las manos, las aletas en los pies todo parece en orden. Eh! El cinturón de plomos! Nuestro cruel e inseparable compañero!. Ahora si, todo en orden. He perdido un poco de peso y el traje me hace algunas bolsas, no pasa nada, en el agua se arregla todo.
Volver a sentir la cara sumergida, el tacto del agua sobre la piel de la cara, el sabor del agua salada en la boca. ¿Habré olvidado? Probemos a nadar. Una pierna, otra pierna, uno, dos, uno, dos volver a notar la potencia de las aletas en los pies, a sentir el desplazamiento del agua por el cuerpo. Volver a empuñar mi fusil.
Vamos a por la primera bajada. ¿Habré olvidado? Respirar despacio, llenar los pulmones de aire puro, oxigenado, salado. Uno, dos, tres, inspira uno, dos, tres, espira. Diafragma, intercostal, clavícula uno, dos, tres aguanta, aguanta, aguanta espira Si! Ya recuerdo esta sensación de tranquilidad y de paz, las pulsaciones bajan, los músculos se relajan.
¡Vamos para abajo!
¿Habré olvidado?
