Una vez limpio, cogimos la fibra para reforzar el suelo. Esparcimos la fibra de forma homogenea y encima de ella la resina. Con un rodillo pequeño fuimos repartiendo todo para que quedara bien reforzado. Mientras se secaba la resina, hicimos unas placas de acero inoxidable con sus correspondientes agujeros. Una vez seco marcamos los agujeros en el suelo.