¡Vaya tardecita!
Pues nada, que hoy al mediodía, con más tiempo por delante del que en principio podía esperarme, tenía ya los trastos en el coche.
Mar plato, solecito, buen cuerpo. ¡La combinación ganadora! Sólo un pequeño í¢â‚¬Å“peroí¢â‚¬Â: ¿habría llegado alguien antes a la zona a donde quería ir?
Al bajar con el coche, todo despejado.
¡La releche, vamos!
A cambiarse al solecito, cogiendo la energía y la tranquilidad necesarias, y al agua. Clareo y agua no demasiado fría. Bueno, clareo
para lo que se estila por aquí, unos 5 metros, que no está mal. Y la temperatura, pues lo que se dice caliente, no. Vamos, unos dignos 13,5 graditos
. Pero con toda la moral intacta, empiezo a hacer las primeras esperas y acechos entre la laminaria., en una zona donde suele haber sargos de tamaño tirable. Al cabo de un rato, tengo que admitir que los sargos de esa zona probablemente se han tomado el día libre, así que me dirijo a otra zona, la de las lubinitas. Y, la verdad, si hay lubinas, no me importa que los sargos no estén, je, je. Lo que pasa es que tampoco hay lubinas
. ¡Qué le vamos a hacer! De camino, me cruzo con un naseiro que está recogiendo y volviendo a largar lo que tiene en el agua. Lo saludo por cortesía naútica
. Pasa de mí, y í¢â‚¬â€œde hecho- juraría que me mira con cara de pocos amigos
. O de í¢â‚¬Å“mucho cuidado con palmearme las nasas, que te estoy vigilando, que ahora ya sé por qué han venido tan vacías estos días atrásí¢â‚¬Â
. Me dedico a lo mío, que a estas alturas es básicamente, hacer metros nadando
. Cambio de zona de nuevo, y el paisano de la barquita me sigue, aunque por allí no veo nasastodavía, porque va largándolas sin prisa. En la zona donde estoy, sólo se ven las omnipresentes bogas, y algún mújel despistado, pero de calidad, nada. De repente, de debajo de unas algas sale disparada una lubina de unos 2 kilos, que no me da tiempo a nada, pero que me alegra el ojito: si esa andaba por aquí vamos a ir muy despacito a buscar a sus colegas, me digo
. Un buen rato más muy despacito y me convenzo de que era la famosa lubina deportada
. En fin, todavía queda otra zona que puede guardar la sorpresa del día. Voy para allá, y mientras atravieso el arenal desierto me pregunto si mi error no habrá sido ser demasiado optimista y prometérmelas muy felices. O eso, o debería haber ido a cazar (perdices) en lugar de a pescar (sombras). No pasa nada: por fin se acaba el arenal í¢â‚¬â€œque es largo de narices, y más a estas alturas de la pateada- y llego de nuevo a zona de algas y rocas
. Hay canales de arena que están diciendo lubina, lubina, lubina Desgraciadamente, sólo encuentro bogas. Quizá debería tirarle a alguna boga grande: No pueden estar tan malas como dice la gente
. ¿Será cuestión de prepararlas bien? En una espera entre las algas, me entran í¢â‚¬â€œcómo no- las bogas y, tras ellas, una lubinita. Es pequeña y curiosa
. La sigo con la punta del arpón, y espero casi sin moverme a ver si la sigue alguna de sus hermanas mayores
. Alargo la apnea confiado, porque hay muy poca profundidad, y la lubinita se cansa de mí y se va. Sigo esperando, llamando mentalmente al robalo. ¿Vendrá por la derecha?
¿Vendrá por la izquierda? ::)Si me entra por arriba, el tiro será más difícil
. Cuando subo, me doy cuenta de que no merece la pena preocuparse por cosas que no han sucedido: no entró opr ningún lado, y yo, preocupado. ¡No de digo! ¿Estaremos las lubinas y yo en diferentes longitudes de onda hoy? Tenía que haberle tirado a la pequeña
. Busco la grieta de los grandes encuentros í¢â‚¬â€œesa que invoca a los agrupamientos de robalos-, pero no es fácil, porque la orografía ha cambiado con los temporales, y está todo cubierto del manto de laminaria. Pero insisto, y la encuentro
. Entro por uno de los extremos, muy lentamente para no espantar nada, y me digo que podría haber entrado bailando can-can, porque í¢â‚¬â€œtotal- eso es lo que hay, nada
. Bueno, nada, nada, no: hay bogas. Mmmm. Seguro que no están tan malas
El paisano de las nasas se va cansando y se aleja, después de dejar un rosario de nasas tendidas. ¿Cómo le cabrían tantas en una barca tan pequeña?
De repente, veo bajo mí, a unos 3 metros, una lubina descansando en un arenal entre algas
. Demasiado lejos para tirarle desde arriba directamente,
y demasiado cerca para picar sin espantarla
. Un dilema que seguro que conoceréis. Me decido por intentar una bajada en negativa, muy suave. Empiezo a bajar, y casi no se mueve. Casi, porque se coloca bajo una laminaria que me dificulta verla bien. Tendrá alrededor de un kilo. Apunto con cuidado. No quiero mover las aletas para impulsarme para no espantarla, así que me quedo flotando entre dos aguas, sin descender. Apunto mejor. Disparo y ¡Bang! De lleno en la arena. Eso sí, justo, justo, donde estaba la lubina, que me hizo la de Matrix para chotearse de mí después
. Bueno, va a ser hora de volver hacia tierra, me digo. De cualquier manera, no ha estado tan mal: incluso sin pescar, lo he disfrutado
. Al llegar a la costa, me relajo. Ya no hay que mantener la concentración, pero í¢â‚¬â€œpor si acaso- llevo el fusil cargado hasta que voy a salir del agua. ¡Total para nada, que allí no hay vida! íƒÅ¡ltimo trámite: quitarse las aletas y trepar por las rocas hasta el coche. Cuando estoy quitándome la izquierda, ¡zaca! Calambre en los adductores del muslo izquierdo
. Hala, a estirarlos como puedo con medio cuerpo metido en el agua y la aleta todavía puiesta. No se puede considerar como una situación elegante, no. Al llegara al coche, a pesar de todo, la sensación de buen cuerpo se mantiene. ¡Es una gozada eso de poder echarse al agua entre semana!
Si hubiese pescado, sería la hostia, pero en todo caso, y como le gusta decir a mi compi Carlos, parafraseando a no sé qué abuela de un amigo suyo: í¢â‚¬Å“o importante é no mancarseí¢â‚¬Â. Totalmente de acuerdo: vuelta a casa sano y salvo, y sin tener que llamar al psicólogo. Que no es que tenga nada contra ellos, pero es que me jode eso de que tengan el único negocio en el que el cliente no tiene la razón.
