Como consecuencia de la operación de tabique, el invierno pasado lo dediqué a gastar litros de combustible en busca de nuevas zonas de pesca, después de algún amanecer de calamares.
EL agua está caliente, limpia, ha llegado el momento de ir revisando marcas y de tratar de recuperar alguna de las rápalas perdidas durante el invierno
Lo que quiera que sea, aparece en la sonda de manera idéntica a como se dibujó meses atrás, la marcadora se devana y yo me equipo tranquilamente, relajado y un poco defraudado por haber tenido que desechar durante la mañana varias de las nuevas coordenadas por no tener interés ninguno para el pescasub.
10 minutos son suficientes para mi cabeza de la vez de alarma, la relajación es máxima, es el momento, inicio un descenso lento y silencioso. Me relaja aun mas el hecho de que 20 segundos después de mi golpe de riñón, se producirá el de mi compañero que tendrá como misión garantizar mi seguridad hasta que nuevamente vuelva a inhalar el preciado o2.
EL gua está limpia y aun quedan unos metros cuando puedo observar claramente que ésta si, un precioso piedrote lleno de rajas y oquedades que sin levantar mucho del suelo ofrece suficiente cobijo a varios ejemplares de mero y abadejo que ante mi llegada huyen despavoridos.
Dentro de la visera apunto al mas gordo mientras los otros se empeñan en defenderle con sus incesantes coletazos que dificultan seriamente la visión. Pero está clavado y solo una bajada mas con remate es necesaria para extraer al bonito serranido de su cubil.
Despues mi compañero se hace con otra bonita pieza para acordar entre ambos dejar la piedra descansar, posiblemente, hasta el año que viene.
Un saludo a todos, mucho cuidado ahí abajo, ningún pez, vale el dolor de los que nos esperan.