Levábamos tiempo pensando en hacer un viaje al estrecho, no sabíamos cuando exactamente, ni si al final nos acompañarían las mujeres, pero sabíamos que teníamos que ir. Finalmente y después de innumerables dudas debido a problemas a la hora de compaginar nuestras vacaciones a la vez y el de las mujeres, conseguimos poner en firme, a menos de una semana de salir, las fechas en las que iríamos y quienes. Finalmente mi mujer y la de Alex no pudieron venir por motivos laborales. Y Sito, nos acompañaría.
íƒÂbamos equipados, Alex contaba con un 95 doble goma reparado, testeado y listo para la acción, un roller hecho por él mismo de 95 cm con varilla de 7 mm, y su inseparable monogoma de 95 con configuración para el estrecho. Sito llevaba un Gerónimo 105 con doble goma y varilla de 6,5. Y yo llevaba mi roller con gomas Seatec 18mm, con varilla de 7,2mm ray odor , aletilla y perno reforzado Rob allen, otro juego de gomas listas por si había algún problema con las otras y dos varillas con la misma configuración por si alguna la perdía o torcía. Los trajes que usaríamos finalmente serán un 7-5 con pantalón sin tirantes, y plomos zafables ya que era necesario cambiar el lastre en función de profundidad a la que nos moviéramos. Aletas varias, CT, Omer, Spetton, Beuchat..modelos todos de carbono.
El día í¢â‚¬Å“dí¢â‚¬Â salimos para nuestros destino, Conil de la Frontera, allí nos esperaría Víctor para recogernos y llevarnos a su casita rural, en la que pasaríamos estos días. Después de un viaje demasiado largo (y eso que yo fui durmiendo/padeciendo) casi todo el viaje, llegamos. Alex y yo decidimos ir a buscar antes de nada el puerto, para no dar vueltas con la barca a cuestas la mañana siguiente. Sito por la contra, se quedaba a descansar y colocar sus cosas.
El primer día nos levantamos, desayunamos y nos vamos a llenar los depósitos de gasolina de la barca, posteriormente vamos a la rampa. Como nos habían advertido, debemos pagar unas tasas para poder bajar la barca por la rampa.
Una vez realizado esto, y después de echar un vistazo a la predicción del Windguru colgada en un tablón, nos disponemos a prepararnos para echar el barco.
Cuando tenemos el barco en el agua y los trastos colocados, partimos para nuestro primer destino, unos bajos que tienen buena pinta en la carta en los que calentaremos para partir posteriormente a La Aceitera.
La Aceitera son unos bajos que comienzan cercanos al Cabo Trafalgar, y que se prolongan hasta mucha distancia mar adentro. La profundidad oscila entre 6 metros la zona menos profunda y casi los 30 en la zona más profunda. El peculiar nombre viene dado por el cruce de corrientes que se produce, y que provoca que el agua hierva. Es muy curioso, ya que con el mar completamente en calma y sin viento allí siempre había borreguitos de viendo, y antes de los borreguitos se formaban remolinos por la corriente que se veían desde la barca.
Comenzamos Sito y yo en la zona que establecemos para calentar antes de empezar la marcha. Como habitualmente nuestras salidas son desde tierra, no estamos acostumbrados a bajar bastantes metros en las primeras picadas, por lo que nuestro cuerpo nos pide ir poco a poco. En esa zona yo consigo hacerme con mi primera Urta, en una caída a 14 m. en la que nada más posarme en el fondo y levantar la cabeza, esta se vino decidida a verme.
Como ya habíamos calentado, y ciertamente no estábamos viendo movimiento, decidimos irnos para el destino comentado y soñado durante tanto tiempo.
Una vez en La Aceitera, nos toca a Alex y a mí. La primera impresión es ver muuuuuuucha vida, sargos comunes, picudos, breados, borriquetes, burros listados, lisas, salmonetes, castañuelas..en fin, mucha variedad de peces, que en nuestros primeros días alguno formaría parte de nuestro objetivo. Personalmente, como es la primera vez que visito esta aguas, lo de subirme al tobogán, como ellos lo llamaban, no lo tenía muy claro, y me cuesta bajar cómodamente, pese a que en esa primera zona no pasamos de los 15 metros. En ese momento me percato de que estas condiciones nunca las he vivido en mis años de pesca, y que intentar pescar en ese rio era realmente peligroso, hasta que no conocieras, para mí, las tres reglas básicas para no llevarte un susto. Una de ellas la descubrí con el primer disparo a un borriquete, un disparo a contra corriente, el pez se queda en el hilo e inmediatamente corre a una laja. Yo dejo que salga carrete hasta que llego a superficie y cuando estoy arriba agarro el hilo con fuerza, la corriente puja tan fuerte, que arranco literalmente al borriquete de la cueva. Pensándolo fríamente cuando le doy el pescado a Sito, establezco la primera regla, no dispararle a un pescado a contra corriente. La segunda, no dejar nunca que un pescado se enroque y la tercera bajar siempre con la corriente empujando en la espalda, para ver dónde caía.
Posteriormente me toca de barquero, Alex y Sito hacen diversas pasadas si mucha suerte, aunque sí viendo peces de buen porte, que por una razón o por otra no se ponen a tiro.
Alex me llama, tiene una barracuda pinchada. Al poco estoy intentando meter a la barracuda en la nevera sin que le salga el rabo fuera. Así siguió el día, cambio de zona, muchas pasadas a diferentes profundidades y poca suerte. Buenos dentones que no se acercan, doradas grandes encovadas que la corriente no nos deja marcar ni pescar, en fin, novatos en el estrecho.
Al final de la jornada vemos lo pescado, aún tenemos un rancho variado y buenas perspectivas para los días venideros. Comentar que en este primer día, soplaba levante, y la temperatura del agua era de 21.-c y la visibilidad, más de lo que podríamos tener aquí en los mejores días del año.
Aquí alguna foto del primer día:
Al día siguiente la suerte sigue sin acompañarnos, Sito desgarra un palometón que le entra demasiado rápido, hace un tiro instintivo y el pez queda debatiéndose en la varilla, para suma de desgracias, el pez después de zarandear la varilla como una hoja de papel se zafa y dobla la varilla. En ese momento yo estoy en el agua, escucho un grito y a levantar la cabeza veo a Sito jurando en arameo. Posteriormente falla un dentón de un lila eléctrico, que indicaba el porte del animal. Alex por su parte tiene su lucha particular con los dentones y desgarra dos preciosos ejemplares que habrían sido sin duda, las piezas del día. Yo por mi parte veo el primer dentón de mi vida de un par de kilos, y de los nervios lo fallo. A lo largo de ese día vi pequeños ejemplares en muchas de las apneas, pero ninguno lo suficientemente grande como para merecer su captura. El día acaba con un buen pieceo, variado, como no, pero nada realmente destacable. Alguna Urta, borriquetes, sargos breados, un buen sargo común y demás.
Al tercer día, el viento cambia, la t.- del agua comienza a bajar poco a poco y un fuerte viento de poniente hace el día de pesca realmente complicado. En ocasiones el barquero pierde de vista a los pescadores, ya que entre la corriente y el viendo se hace difícil su localización. De todas maneras, y como medida de seguridad, optamos por llevar siempre el fusil apoyado en el hombro apuntando en oblicuo hacia el cielo, para facilitar la rápida localización del pescador, y aumentar la seguridad y tranquilidad de ambos.
Este día el estrés y la ansiedad se apodera de nosotros, nos hace discutir y enfrentarnos en varias ocasiones, todo ello debido a la falta de suerte a la hora de pescar. A mí personalmente me hace reflexionar seriamente de lo que hemos venido a hacer aquí, y que pretendemos de este viaje. Posteriormente todo quedará zanjado hablando entre nosotros y aclarando que la intención de este viaje es DISFRUTAR, si pescamos, mejor, pero vamos a disfrutar de estas aguas y de nuestras vacaciones.
El resultado del día de pesca fue como los días anteriores, mucha variedad pero ninguna pieza destacable.
El cuarto día más de lo mismo, corriente muy muy fuerte y todo realmente complicado, viento que no nos ayudaba nada y las pocas piezas que hacemos muy trabajadas. Realmente este día Alex pudo darnos la pieza del viaje, un mero que en una espera le salió por su derecha, y que cuando comenzó a mover el fusil arrancó hacia unas piedras, íƒÂlex salió detrás y cuando se paró a ver dónde podía encontrarse, ya que no tenía demasiados sitios dónde esconderse, vio como el mero arrancaba nuevamente justo debajo de dónde se encontraba él. El mero se pegó a la piedra en un canal de tal manera que en la oscuridad del canal no se diferenciaba. Posteriormente intenté localizarlo con él, pero nos fue imposible. Marcamos la piedra y para otro día.
El final de este día se saldó con otro pieceo como los días pasados.
Al quinto día, paramos en una zona que prometía, zona que parecía de Corvina 100%. En una de las primeras picadas caigo justo encima de un banco enorme de Verrugatos. Hago una pequeña espera mientras el banco me rodea completamente y como nada más grande entra, pam!! Tiro al que veo más grandecito.
En la zona siguiente viví una de las imágenes que quedarán en mi retina de por vida. Estábamos pescando en una zona conocida como Las Lajas de Conil. Después de realizar una pasada y ver a las bogas concentradas y muy asustadas decidimos seguir insistiendo, ya que algún depredador las está acechando. En una picada en una de las caídas de la piedra, mientras desciendo veo como las bogas se abren a mi paso, y debajo veo una mole, lo primero que se me pasó por la cabeza es que era una corvina, pero la veía demasiado corta, al segundo siguiente pensé que era un pez muerto, puesto que el color blanquecino rosáceo de la parte superior era extraño, pero justo en el segundo antes de apretar el gatillo, el pez arranca y se coloca a 5-6 metros de donde estaba, es entonces cuando puedo distinguir claramente que era la mole que no lograba identificar. Se trataba de una Pargo Capitón de un tamaño exagerado, nunca había visto nada igual, un pez que no sé calcularle el peso, pero estoy seguro de que superaba con creces los 15 kilos. Pensándolo en superficie con el corazón en la boca y las pulsaciones a 200, supe que le podría haber tirado, estaba como a 4 metros de la punta de la varilla, y probablemente el roller hubiera hecho su trabajo, pese a que el hilo del carrete o algo fallase. Realmente mi intención era dejarlo seco, por eso intenté acercarme al máximo, forzando así la estrepitosa huida del animal. En fin, una imagen para el recuerdo.
El día de pesca continuó y al poco en una espera en una piedra aislada de los bajos, en medio de la arena, un proyectil me pasó por delante, ciertamente no tenía claro que era, pero como pude apunte y pam!! Veo como el proyectil está tocado, subo rápido, aviso al barquero y al momento viene, intento que no se desgarre más de lo que está y consigo hacerme con él. Es un ejemplar de Bacoreta.
Cuando me tocó de barquero Alex me llama para que marque la piedra en la que está, dice que tiene una dorada clavada dentro de una cueva y que en esa zona hay mucho ambiente. En la siguiente bajada logra sacar la dorada del agujero y sube con ella a superficie. La remata y otra bonita pieza a la nevera. El día finaliza con otras piezas que Alex consigue capturar, concretamente un breado, un borriquete y un salmonete, que según sus palabras, estaba exquisito.
EL sexto día fue uno de esos días mágicos para mí, en los que te sale todo bien, cinco tiros, cinco buenas piezas.
En la primera zona que fuimos, dónde el día anterior viera el Pargo, las bogas se encontraban igual de asustadas que el día anterior. En una de las bajadas la corriente me empuja sobre las piedras realizando un acecho sin aletear y a una velocidad moderada. Me paro en una piedra y hago una espera, cuando a mi izquierda a media agua veo dos peces en paralelo uno al otro. No logro identificar qué son, ya que con el paso de los días el agua se ha puesto cada vez más sucia. Continúo el acecho, esta vez aleteando suavemente, ya que la corriente hace que me vaya moviendo hacia las presas. Cuando las tengo a menos distancia veo que son dos robalos, continuo y pam!! Tiro de abajo arriba y casi consigo doblete, pena que se encontraran tan altos. El robalo se intenta meter en una cueva pero tiro de él con fuerza para que no se enroque. Llamo al barquero y le doy el pescado.
En una bajada casi consecutiva, voy cayendo y diviso unas lajas interesantes, rectifico la caída y caigo justo encima de la laja que pretendía, cuando me asomo veo lo que en principio me parecía una dorada, pero no, resulta ser un pargo, las marcas blancas en las puntas de las aletas lo identifican. Apunto y pam! Tiro de arriba abajo que lo deja seco. Segunda buena pieza del día.
Cambiamos de zona y me toca de barquero, Sito consigue una bonita Urta y Alex un Verrugato mayor al que consiguiera yo el día anterior. Al igual que los que yo vi, se encontraban resguardados en una visera. Al rato me vuelven a llamar y un breado y un borriquete suben a la barca. Vamos cogiendo ritmo, jejeje
Me toca, caemos en una zona que nos tiene buena pinta, y que ya nos ha dado alguna captura. Hago una caída y la corriente empieza a aflojar, contábamos que la corriente nos llevara más rápido, por lo que caigo fuera de la piedra, en zona de cascajo, digo, me da igual, espera al canto. Al final de la espera me entra una bonita urta que se viene conmigo pescada en 17 metros.
Sigo avanzando esta vez lentamente ya que estamos a punto de entrar en reparo. Hago una picada ya en la piedra y cuando me poso veo como una urta del mismo tamaño que la que había pescado en la bajada anterior se marcha lentamente, pienso, esta entra otra vez, me poso, hago unos ruiditos, nada, miro a un lado, a otro y de repente, aparecen dos urtas a unos 5 metros de mi posición con rumbo fijo, las dos en paralelo, una ligeramente más adelantada que la otra, me digo, doblete.espera, esta es gorda, mejor asegura. Tiro detrás del opérculo y una buena urta se viene conmigo para arriba. Llamo al barquero y buff!! Menuda alegría, la urta es preciosa. Le cuento a Alex como fue y continúo.
Unas bajadas después, en una espera cerca de donde me había entrado la urta, poco tiempo antes, me poso en el fondo y veo como una nube de pescado pequeño me rodea, veo Urtas pequeñas, sargos por todos lados y al girar la vista, por mi izquierda me entra una dorada, la más grande que he visto, preciosa y majestuosa. Apunto y Pam!! Doradón que se viene conmigo para arriba. Joder, no me lo podía creer. Estaba afinadísimo con el roller, ponía la varilla dónde quería y además, todo el pescado lo dejaba en el hilo.
Me subo a la barca, las caras empiezan a cambiar, vemos con alegría que los esfuerzos van dando sus frutos, y pese a que la suerte estuvo conmigo esta vez, las piezas nos pertenecen a los tres, ya que pescar en estas condiciones requiere de unos compañeros que te ayuden, te vigilen y te animen.
Alex y Sito continúan insistiendo y alguna pieza más sube a la barca. Como no, Alex vuelve a ver otro mero, pero no somos capaces de encontrar su cueva y desistimos. En la siguiente pasada Alex desgarra otro dentón. Los dentones le están dando el viaje, están esquivos y no entran a las esperas como deberían.
En otra pasada yo veo un gran dentón que no me da opción a dispararle, estaba al igual que yo de caza, y pasó entre dos piedras que estaban delante de dónde me encontraba, pero muy pegado al fondo, y no me di cuenta de su presencia hasta que se estaba marchando. No quise arriesgar con un tiro de cola, ya que un bicho de ese porte, a esa distancia y con un mal tiro, puede darte un susto o perder material. Me queda el recuerdo del color lila intenso de su lomo
Damos por concluida la jornada y pasamos a la sesión de fotos.
Al séptimo día, empezamos directamente dónde lo habíamos dejado el día anterior, en vista de los buenos resultados volvemos a la carga. Hay que decir que era muy importante pescar en el comienzo y en el final del reparo, así como en el propio reparo, que nunca duraba lo mismo, o por lo menos eso me parecía a mí. En ocasiones, paraba en un sentido y al poco ya pujaba fuerte en el otro, sin casi dar margen a nada.
Esta vez, haciendo una espera justo en la parte más alta de los bajos en los que nos encontrábamos, que era una losa grande, me entró por mi derecha un palometón, como la corriente estaba aflojando, pude girar el fusil tranquilamente y pegarle. El tiro, a unos cuatro metros le tocó la espina al pez y lo dejó en el hilo, arrancó con fuerza, me sacó unos metros de carrete pero conseguí controlarlo. Pegué un grito y Sito vino a buscarme. Rematé el pescado y para la barca.
Al poco rato subimos a la barca, le toca a Alex de barquero. Nos tiramos en la misma zona a ver si conseguimos caer en las piedras buenas. En la segunda picada tengo suerte de caer en unas piedras que acaban en la arena, veo una lubina de un par de kilos corren de una laja a la otra y la sigo, al momento veo una cola de un robalo, me giro sobre mí mismo y espero a que salgan de la laja. Así es, al momento salen y pam!! A la más grande, el tiro no es bueno y empieza a desgarrarse, veo que se intenta encuevar y tiro de ella con fuerza, una vez la tengo separada del fondo la voy subiendo con tranquilidad, estoy confiado, el pez se encuentra en el hilo. Lo remato y llamo a Alex que me recoge el pez. Joder!! Me digo, la suerte está de mi lado.
Unas bajadas después, haciendo una preciosa espera me entra la Urta que sería la más grande de este viaje, me entró por mi izquierda, desde lejos, la vi entrar desde el límite de visibilidad, pensé, tranquilo, esta entra hasta la cocina, y así fue, a un metro de la punta de la varilla le disparo, es tiro es preciso, entra detrás del ojo y sale por la agalla, la varilla continua su camino como si nada se interpusiera y el pescado gira sobre sí mismo panza arriba, seco.
Doy un grito de alegría, menuda pepona, precisa, su rojo intenso es increíble, menudo trofeo.
Doy gracias por la suerte que tengo y subo a descansar, me toca de barquero.
Hacemos una estimación de por dónde nos puede llevar la corriente y allá se van.
Al momento me grita Alex, controlo dónde está Sito y allá voy. Llego y me dice, ¿a que no sabes que pille?, y yo le contesto, un dentón, me responde, no, UN MERO, y yo ostiaa!! Como un Mero, jajaja me empiezo a reir de alegría, joder el cabronazo se acaba de cargar un mero precioso con un tiro de los suyos, en todo el cachete jajaja lo remata y para arriba, joder que preciosidad de pez, normal que lo consideren el rey del estrecho.
Al poco concluimos una jornada dura y pasamos a la sesión de fotos.
Al octavo día, mis oídos necesitaban un descanso y decidimos ir a Bolonia. Alex y Sito se metieron a pescar y yo me quedé en la playa haciendo el lagarto, bueno me fui a tomar unas frescas, recorrí la playa de punta a punta, a tomar otras frescas y otra vez a hacer el lagarto. Entre tanto Sito salía muerto de frio, con ganas de poner sus carnes al sol. Había visto varios dentones pero no se pusieron a tiro.
A la hora sale Aléx pensando en hacer otra pasada, pero nos vio tomando unas frescas y desistió. Llevaba dos borriquetes, uno precioso, y se lamentaba de no haber pescado a menos agua, ya que también vio a los dentones.
Aquí las fotos.
El novena día yo no podía más, Alex y Sito lo dieron todo, pero no conseguimos dar con el pescado. Lo intentamos todo, pero no hubo manera, más que un rancho de pescado similar al de los primeros días. Esa misma noche hubo fiesta y al día siguiente de visita al Puerto de Santa María a visitar a unos amigos de Alex, que nos invitaron a pescadito frito. Una gente espectacular y con una amabilidad fuera de lo normal. Desde aquí otra vez, mil gracias.
En fin, por mi parte sólo agradecer a estos dos fenómenos este viaje, que ha sido muy completo. Agradecer especialmente a Alex su esfuerzo, ya que si el nuestro ya es considerable, el que asumió él llevando la barca y el coche fue enormemente mayor. Gracias colega.
Nos vemos en el siguiente ;-)
