Ayer tarde aproveche que las tardes son más largas para echar un rato de pesca después del trabajo. La tarde en un principio se presentaba bien, marejada, con un poco de olas pero poca cosa, aguas turbias, vaciante... en fin, buenas condiciones para pescar a la espera. Escogí una zona de pesca de acantilados, es una zona buena de pesca pero tiene algunos peros para ir de infantería, y es que sólo se puede entrar y salir por un mismo sitio ya que no existen accesos para ir de tierra. Otro inconveniente es que si la corriente es fortísima y cuando se mete fuerte es imposible remontarla a no ser que vayas pegado a la linea de costa donde poco a poco se puede remontar.
Cuando me metí me di cuenta que el oleaje, como decía, era leve y la corriente también. Viendo esto decidí dirigirme al hot point y así lo hice. Cuando llegué a la zona que estaba a más de un km y después de un buen rato a nado me di cuenta que la corriente aumento muchísimo y además se metió un fuerte mar de fondo con olas de entre dos y tres metros. La situación se convirtió en una pesadilla debido a que daba miedo acercarse a la rompiente por el fortísimo mar de fondo y la corriente era fortísima. Con muchísimo esfuerzo decidí remontarla poco a poco y así lo hice. Estuve más de una hora y media nadando contra corriente remontando poco a poco pero me faltaba el último tramo situado junto a la zona de salida. Aquí la corriente era mucho más fuerte, un rio. Intenté remontarla pero era imposible. Me sentía cansadísimo, sudaba y eso que el agua estaba a 14.-C, llegue un momento que me di cuenta que si seguía yendo a contracorriente me desvanecería. Sólo me quedaba la opción de subir al acantilado. Me acerque a la orilla, daba miedo verla, ya me daba igual perder el fusil, las aletas o lo que fuese, quería salir del agua. En la orilla la ola lo mismo te subía a la roca que te expulsaba fuertemente. Decidí afrontar la situación y vi como una ola me retiraba del acantilado, en ese momento me puse a nadar hacia las rocas y con la llegada de la siguiente ola me subió al acantilado. Rápidamente me puse en tierra firme, tuve la suerte de no hacerme daño y no perder nada. Una vez en tierra, me dio un fuerte bajón físico después de tanto esfuerzo y recuperé un poco de energía. Ahora me quedaba volver al coche y hacer escalada.El problema estaba en que no tenía energía ya. Decidí dejar los plomos y hacer un poco de alpinismo. Tuve suerte y pude llegar al coche. Cuando llegué me di cuenta que le vi las orejas al lobo y que hay zonas que son trampas mortales, sobre todo yendo de infantería. Comparto con vosotros la imprudencia que cometí, lo curioso es que los pronósticos del tiempo fallaron, incluso no me imagine que el mar pudiese cambiar tanto.