El náufrago del Orzán ya fue rescatado dos veces en Valdoviño la semana pasada
Pasó una semana en el puerto de Cedeira y se dirigía a Grecia
MANUEL ARROYO
Ferrol 15 de octubre de 2012 15:06
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El hombre de origen polaco que falleció el pasado domingo tras el naufragio de su velero en el Orzán, había sido rescatado hasta en dos ocasiones en la tarde del anterior domingo en la zona de costa de Valdoviño.
El accidentado periplo de Jan Antoni Landsman, de 72 años, por el litoral ártabro comenzó el sábado, día 6. Vicente Corral, vecino de Ferrol, divisó ese día el barco del polaco fondeado en una zona de costa comprendida entre la peña Percebelleira y la laguna de A Frouxeira. Desde su residencia de fin de semana, en la costa de Valdoviño, Corral siguió atento la maniobra del buque, ya que no es una zona habitual de fondeo, al encontrarse en mar abierto. Según su propio testimonio, al día siguiente, durante un paseo en bicicleta, comprobó cómo el tripulante trataba de abandonar el velero a bordo de una balsa neumática. Eran las tres de la tarde y desde tierra veía como «Jan» remaba «agotado, exhausto», tratando de llegar a la costa. «Llegó un momento en el que quedó tendido en la embarcación», relata Corral. Pero un golpe de fortuna, con viento y corriente de por medio, acercó al náufrago hacia una zona rocosa próxima a la conocida como playa de los Curas. Para entonces ya se había dado la voz de alarma a los servicios de emergencias. Un dispositivo compuesto por efectivos de Protección Civil, Guardia Civil, e incluso mariscadores de la zona ayudaron al rescate del hombre. Ayudados por cuerdas, lograron sacar a tierra al septuagenario, al límite de sus fuerzas. «Solo quería café: 'café, café', pedía». Los improvisados rescatadores y los efectivos de Protección Civil lo llevaron a un bar próximo, donde le dieron un bocadillo y bebida caliente. «Andaba siempre descalzo. Era un hombre que no quería mucha ayuda, muy hermético», dice Corral, quien destaca que le llamó la atención «su cultura y su carácter especial».
Ayudado por los percebeiros, «que hicieron una obra fenomenal», el polaco fue embarcado de nuevo en su buque, junto a Corral, que se ofreció a acompañarlo hasta Cedeira para no dejarlo solo, dadas las circunstancias. «Pedía puerto próximo para tirar la basura y recargar las baterías» que lo habían dejado al pairo frente a Valdoviño. Pero ese sería el inicio del segundo rescate. Rumbo a Cedeira, el velero de Jan volvió a quedarse sin motor. Esta vez por falta de gasolina y frente al arenal de Pantín. Corral, su acompañante de fortuna, volvió a alertar al servicio de emergencias 112, desde donde se movilizó a una embarcación de Salvamento para su traslado a puerto. Pasadas las ocho de la tarde, el barco, remolcado, amarró en la rada cedeiresa. Corral se despidió del tripulante polaco, que hasta entonces, viajaba solo. Allí permaneció hasta el viernes, cuando, una vez recargadas las baterías, emprendió de nuevo singladura en su velero, sin acompañante alguno.
La intención del náufrago, procedente de Inglaterra, era llegar a Grecia y luego viajar a Turquía, en un velero de 9 nueve metros de eslora, que según las indicaciones de personal del puerto cedeirés, se encontraba en mal estado para la navegación.
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Ahora me cuadran mas las cosas.
Es posible que desconociese la mar hasta el punto de hacer esas cosas, andar fondeando y pasando la noche delante de Valdoviño y por el mismo motivo no viera objeción en meterse en un punto en el que alguien con experiencia sabía que era un suicidio.