Bueno, amigos, este jueves nos llamaron desde un pueblo perdido en Paria avisándonos que las condiciones del mar estaban muy buenas y que debíamos ir. Eso es muy difícil en esta época, en la que ya la temporada buena es un recuerdo, pero dado el mono y la fe que teníamos nos decidimos a hacer un viaje de cinco horas de carretera hasta ese lugar casi perdido del íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“progresoíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚Â.
Saldríamos temprano en la mañana y llegaríamos al sitio de pesca dos horas y media después de andar en un peñero con dos fuera de borda de 40 hp. Al llegar a la playa de donde zarparíamos, la esperanza de hacer una gran pesca se hizo fuerte. La luna estaba casi exactamente en su cuarto, la marea estaba con poca amplitud, no había nada de brisa aunque ha llovido un poco. Los pescadores artesanales al parecer tenían razón. Esta es una panorámica del amanecer en el lugar donde zarpamos:
Iríamos a una piedra perdida en el mar, en la cual hemos hecho buenas pescas antes, pero en la que es casi imposible dar con un agua buena y hay que fajarse a luchar contra los elementos. Lo peor son las corrientes. Siempre hay corrientes de marea de las que levantan oleaje, como ríos crecidos. Con mareas vivas éstas son mayores, pero esta vez eran mareas muertas por lo que no perdíamos la esperanza, pero aún así siempre hay una corrientaza. Como es una región somera las corrientes levantan ríos de sedimentos y enturbian el agua. Además, se le mete agua sucia de unos grandes ríos cercanos. Y si sopla brisa se levantan marejadas que ensucian el agua en tris-tras. Es decir, es un sitio jodido en el que para colmo el reparo dura muy poco y no da tiempo para limpiar el agua. Pero hay tanto pescado que uno sueña ir todos los días.
Bueno, a pesar de las promesas de los lugareños de que el lugar estaba muy bueno, cuando llegamos nos damos cuenta que casi hemos perdido el viaje. Había un ligero mar de fondo, el suficiente para poner el agua verde-amarilla, además de la consabida corriente. Para colmo, descubro que he dejado mi cargador en casaíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚¦ Bueno eso no el mal de morir. Primero cargué con el cardador de íƒÂngel y luego el lanchero me hizo uno de maderaíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚¦ Para que vean que los leños y el aire no son excluyentes:
Lo cierto es que estaría difícil la pesca. En los lugares hondos mejor era ni probar, así que nos dedicamos a raspar la parte somera de la piedra, descansando al reparo de la corriente y dejándose traer luego con esta hasta los lugares buenos. Luego a recostarse a la costa, y volver a la misma posición inicial de descansoíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚¦
En eso, en una de mis bajadas, a unos cinco metros de profundidad, veo que se me vienen tres parguitos aguadera pequeños, nerviosos por lo sucio del agua. Luego se me viene una cabezota de otro pargo más grande pero aún más nerviosa. Me sujeto como puedo a las piedras y me quedo inmóvil. El celaje del pargo se mueve nerviosamente frente a mí de un lado a otro, fuera de tiro porque era imposible estirar el brazo para apuntar, pero su curiosidad puede más y se me viene de pronto a ver la punta de la varilla. Se llevó un mambazo detrás de las agallas y se perdió en la bruma amarilla que era el agua. Intenta encuevarse y lo consigue temporalmente hasta que de un templón con el nylon lo sacoíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚¦ Pero cual no es mi sorpresa cuando veo que se viene el pez pero no la flechaíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚¦ El pez estaba sujeto a la corredera, presa en el opérculo, pero la flecha, con kit mamba y todo, se había quedado en el fondo de esa bruma amarilla debido a que, como descubriría después, se había roto el pasador de la aleta. Por suerte más tarde la hallé y aún tenía el kit. Pero lo peor fue que ese fue el único pez que pillé en todo el día. No vi más nada. íƒÂngel tampoco vio más nada, salvo otra aguaderita tempranera que pescó. Total que nos regresamos con dos cajas térmicas de 100 litros vacías y con las tablas en la cabeza. Solo una decente pieza para dos fotos:
Pudo haber sido peor si no hallaba la flecha. Así es la pesca. Lo cierto es que si nos vuelven a llamar si duda iremos de nuevo.
Saludos
Alexis