En la Baja California Sur, entre Santa Rosalía y Mulegé, existe un pequeño poblado de pescadores llamado San Bruno. De sus más de 700 habitantes, hay una familia la cual no tengo palabras para describirla… Podría decir que son amables, generosos, acogedores, etc. Pero me quedaría corto. Fausto y Leticia son dos personas increíbles, él es sin duda el más experimentado marinero y buzo de San Bruno, se conoce los fondos de sus queridas islas como ningún otro además tiene un carisma especial con el que atrae a toda persona que se acerca a su hogar. Ella es una madre trabajadora que cocina los frutos del mar como ninguna otra y es por eso que su casa se llena de comensales cada fin de semana cuando abre su pequeño negocio de Sea Food.
Cuando me despedí de ellos en marzo, sabía que iba a volver y así lo he hecho esta semana santa. Los mocos querían jugarme una mala pasada apareciendo justo durante el viaje, pero les planté cara y pese a tener dos malos días con mucha congestión pude pescar sin problemas. El primer día de pesca hicimos una salida corta por la tarde a la Isla San Marcos, Fausto tenía que recolectar algunos Caracoles Burgados y yo tenía que ir abriendo pulmones para lo que se avecinaba los días venideros. Tras un buen susto que me dio un Lobo Marino, fuimos hacia una playa, había muy muy poco fondo, pero Fausto me fijo que había algunas cuevas clave que podían tener algún pescado. Sin pensarlo me puse a boquetear y a los pocos minutos di con un buen Pargo Coconaco enrocado. Ya cuando me dirigía a la panga para irnos a otro lugar vi una piedra que tenía buena pinta, con éxito ya que tenía una cabrilla dentro. Nos fuimos hacia otra playa y salí hacia una punta buscando algo de profundidad, tras un encuentro con una hermosa tortuga, caí en una zona llena de Pargo Guachinango Cola Amarilla y Pargo Coconaco, como ya había capturado antes el coconaco, me decidí por un Guachinango, la comida y la cena ya estaban solucionadas! El regreso a puerto fue bastante duro porque entró un viento horroroso, pero la pericia y la experiencia de Fausto sirvió para llegar sano y salvo.
Pargo Coconaco
Cabrilla
Caracoles Burgados y una langostita que saqué para cenar
Pesca completa
La cena
Ese viento amenazaba con no dejarnos ir hasta la Isla Tortuga, pero algún día tenía que parar. Finalmente lo hizo y tras aprovisionarnos para quedarnos varios días en la Isla, pusimos rumbo a ella. Tras hora y media de travesía, llegamos, es un lugar completamente inhóspito, una isla volcánica a 21 millas de costa en el Mar de Cortés, de la cual los pescadores presumen que está infestada de tiburones, eso en la parte marina, y en la terrestre, no cabe ni una sola víbora más… Solo hay un lugar en toda la isla para acampar. Montamos campamento y nos fuimos a hacer la toma de contacto con los fondos marinos. Una brisa del sur con su correspondiente marejada, no nos dejó ir ningún día a la parte sur de la isla, y nos tuvimos que conformar con la norte donde no hay tanta Garopa. Esa tarde, perecía que iba a ser tranquila, me habían dicho que el agua siempre está limpia, pero pude comprobar que eso no es así y estaba muy muy sucia, podéis imaginaros mis pensamientos con las continuas historias de tiburones que me habían contado… Me relajé un poco y calenté gatillo con una hermosa cabrilla en poco fondo, seguí pescando hasta los 8 metros máximo sin separarme mucho de la costa por el tema de los tibus y el agua negra. En una bonita espera me entraron dos jureles (Seriola lalandi) y por fin pude hacerme con uno de tamaño medio, ya estaba contento con el resultado de la tarde pero seguí un ratito más aprovechando el atardecer y que la zona parecía caliente. No me equivocaba, en una caída diviso dos jureles que parece que se van, pero cuando me poso en el fondo, regresan, estos dos si eran más grandes, me entran a morir y con un buen tiro en el opérculo, emprende su huida, en mi ascenso a la superficie casi tengo un serio percance con una medusa (ya veréis el video) jeje. Plantó algo de batalla, pero no demasiada. El resultado de esa tarde fue muuuucho mejor de lo que me esperaba!
Cabrilla para estrenar la Isla Tortuga
Primer Jurel!
Segundo Jurel
La pesca al completo
Con Fausto jeje
La noche tuvo un punto negativo, y es que el cabo que aseguraba la panga a tierra firme se rompió durante la noche, Fausto volvió a demostrar su experiencia cuando despertó sobre la 1 de la madrugada y vio que la embarcación estaba a punto de chocar contra las rocas e irse a pique, sin dudarlo se quitó la ropa en medio de la noche y se tiró al agua entre las olas, hasta que consiguió llegar a la panga, ponerla en marcha y, él solo, volver a asegurarla en un islote donde no pegaban tan recias las olas. Ante la preocupación de que su hijo no pudiera dormir pensando en donde estaría su padre, se volvió a echar al agua y volvió a tierra. En pocas palabras, nos salvó de ser náufragos en una isla desierta!
El segundo día fue algo peor, el pescado estaba muy ausente y tras algún tiro fallido a algún perico, pude sacar otra cabrilla. El mal tiempo acechaba y a 21 millas de costa no puedes jugártela a que te pille mal tiempo, por tanto ese día debíamos abandonar la isla y poner rumbo a la isla San Marcos. Ya me estaban diciendo que era hora de marcharse y dije que iba a hacer una bajada más, cuando la hice, vi un jurel que no entró en mi rango de tiro, echando mil maldiciones por mi boca, me dirigía hacia la panga, cuando de repente aparece uno por superficie! Cuando creo que lo tengo lo suficientemente cerca, disparo y OFF! Ya estaba contento también ese día jeje. Luego estuve grabando como pescan los jureles los locales, me quedó un video muy muy guapo, ya lo editaré cuando tenga tiempo.
La suerte del último momento...
Como balance de la Isla Tortuga, me llevé la experiencia de nadar con muchas tortugas, pescar animales grandes con el agua negra, ver cómo trabajan los locales, estar en una isla inhóspita donde el suelo guarda un calor increíble, la visión de Mantas saltando fuera del agua y nadar con ellas en el agua y por último, pescar en una mancha de bonitos cazando!
El campamento en la Isla San Marcos
Tras un día de descanso, el sábado tocaba regresar, no sin antes una última visita a la isla San Marcos, a un lugar que Fausto tenía reservado para mí. Esta zona si estaba más honda, de los 18 a los 20 tantos metros. Como iba solo, me tomé todo con mucha calma. Me eché al agua y estaba negra arriba pero abajo había como 10-12 metros de visibilidad. Desde arriba alcanzaba a ver la silueta de las cabrillas a media agua, era increíble. Hago la primera bajada y no me quería creer donde estaba, un sitio alucinante, fallé un jurel. En la segunda bajada, caí en una mancha de cabrillas gigantes, nadé hacia una que estaba a media agua y BINGO! Subió al barco sin mucho problema. Continué bajando y cada bajada veía algo a lo que disparar, hasta que vi los preciosos Pargos Cenizos, en mi cabeza solo estaba el pensamiento de hacerme con uno de buen porte, y así fue, una espera en lo alto del cantil, entrada a morir, buen tiro, batalla y al barco. Regresé al agua y había entrado un banco de jurel en la zona, como arriba estaba sucia, me vi obligado a bajar, ellos bajaron conmigo, elegí el que más cerca tenía y de nuevo encontré el botón de OFF!
Cabrillón
Pargo cenizo
Pesca al completo
Fue una mañana increíble con el agua como un plato (aunque sucia), pude pescar tres preces grandes, con una satisfacción enorme que me dejó el mejor sabor de boca posible.
Ya por último, el viaje fue una pasada, las pescas...de ensueño. Pero lo mejor es la gente que aún queda por el mundo, gente que apenas tiene recursos y que dan todo por los demás. Aún quedan personas con buen corazón, os animo a todos a venir algún día.