No comparto demasiadas jornadas de pesca por aquí porque la verdad es que estoy yendo bastante poco y cuando voy, tampoco estoy haciendo unas pescas resañables, algún robalo va saliendo, pero poca cosa.
Esa mañana el agua estaba tremendamente clara, pero muy fría y por consiguiente, al menos en la zona que yo pesco, se preveía que iba a ser una jornada dura, de poco pescado y menos oportunidades.
La marea tiraba de vaciante, me gusta siempre más pescar con la creciente, los peces están más activos. Pero sólo podía ir por la mañana, por la tarde tenía cosas que hacer.
Empecé a calentar, haciendo diversas esperas en marcas conocidas, me sorprendió la gran cantidad de comezón que había entrado después de un temporal gordo que habíamos tenido, que ha movido las rocas del fondo, ha creado nuevos arenales y ha destruido otros que ya había.
Como imaginaba, la ausencia de depredadores era total, en esta fecha siempre salgo con la idea del robalo, que es la especie a la que más tiempo dedico en cada jornada. Pero nada, ni los olí...
La marea me llevo hasta una zona que me gusta mucho, pero que no había nada de vida, tuve la suerte de que entró algo de reparo, algo casi inexistente donde yo pesco, con lo cual aproveché para remontar hasta la zona donde me había metido.
Al llegar a una marca que me gusta mucho, vi que había bastante ambiente, mucha boga, pejereyes, sargos pequeños, dobladas... empecé a ventilar para preparar una espera, la verdad que ese día me encontraba muy bien y llegaba bastante cómodo a los 2 min, cosa que casi nunca soy capaz de lograr.
El agua, cristalina, por lo que iba a tener que posicionarme muy bien en el fondo, el solme alumbraba lateralmente, una breve corriente se hacía notar.
En un fondo de 6 m, caigo y me escondo tras una roca. Luego, lo típico, el ritual que hago desde hace mucho tiempo. Golpeo levemente el fondo con la culata de mi viejo abellán, pasado unos segundos, hago algún ruido con la garganta.
la verdad es que empezó a rodearme mucha vida del fondo, pequeños bodiones, doncellitas, sarguitos... pero nada de tamaño.
Pasados apenas 30 segundos desde que estoy en el fondo, noto como aparece tras un bolo de piedra que tenía delante a mi derecha una sombra plateada. Nada tranquilamente, pero con la mirada fija en mi posición. Sé que no me ha visto pero intuye que ahí hay algo, avanza lentamente perpendicular a mi, está bastante lejos, unos 8 o 9 m, pero hago un pequeño ruido y cambia su trayectoria, viene decidida hacia donde me encuentro... lentamente, con esa preciosa franja dorada se va acercando y haciendo más grande por momentos, es cuando me rodean los fantasmas del pasado y viene la imagen de la gran hermana mayor que fallé este verano en una situación casi idéntica, pero hoy me acompaña mi viejo fusil de madera.
La miro de frente y me mira, noto en sus ojos la curiosidad de querer acercarse más para poder palpar qué es lo que soy, pero la conozco, se que tienen una de las reacciones más impredecibles de todas nuestras especies, es po lo que, aún estando lejos, mi varilla sale impactando en la zona baja de la cara, casi por la garganta, atravesando a tan precioso pez y cosiéndolo, terminando así con la vida de una de las especies reinas de la pesca.
Una vez ya en mis manos la observo, creo que es cuando se para el tiempo, cuando quiero sentir sus escamas, tocar su oro, mirarla a los ojos y pedirle perdón por sacrificar algo tan espectacular.
Es más grande de lo que pensaba, aunque está delgada.
Lo bonito de todo esto es que gracias a la tecnología, podré conservar espero que por muchos años un lance tan bonito.
Espero no aburriros demasiado con este tostón de un loco, de ese loco que cada día se despierta con nuevas emociones gracias a esta pasión que me corre por las venas.
Abrazos para todos !!