Os pongo aqui el extracto (acción de la pesca) del relato de este mero que cayó el otro día.
LLego a la orilla del mar, esa agua salada que me sana cada vez que acudo a ella, me ajusto las gafas, me coloco aletas, me dejo caer de rodillas y voy poco a poco sumergiéndome en el agua. Con suavidad voy ajustando el neopreno del brazo derecho, y permanezco unos segundos flotando, dejándome abrazar, desciendo unos centímetros, los suficientes para girar en redondo y hacer la croqueta bajo el agua. Como ha cambiado las sensaciones, puedo pescar ¡¡¡. Cojo mi el Enas, en esta ocasión el 70, y se agradece su ben equilibrio en el agua. La claridad del agua es superior a la que esperaba, realmente está clara el agua y más para un fusil corto como que el llevo, pero cuando uno tiene su día solo basta con estar en el lugar. Hago algún acecho, alguna espera y casi agradezco que no vaya apareciendo ningún pez. Como cogí el 70, también me llevé la linterna al agua, por si hacía algo de agujero, aunque no era mi idea inicial ya que hay que doblar más el codo en esta pesca, pero algo se podía hacer. En la primera bajada destinada a mirar el boquete, elijo uno sencillo, muy poca agua, está a menos de 3 metros de profundidad y la apertura de agujero es generosa comparada con otros boquetes. ¿Cuántas veces piensa uno antes de afrontar el ataque a ese boquete que al asomarte te vas a encontrar un par de ojos que al llegarle la luz se ven alilados? Esta ocasión ni lo imaginé, sino lo viví. Allí estaba, de frente, haciendo la vela dentro de la bóveda, ésta está llena de cavidades por todas partes, una auténtica ratonera y lugar favorito para el mero. Mueve un poco su cola, y me deja ver en parte la longitud del pez, con lo cual ya puedo determinar si es tirable o no. Qué pasa de mero en un lugar tan asequible como éste. Ahora solo faltaba no cometer ningún fallo, para intentar su captura, con lo cual era fundamental acertar, dejarlo KO de tal manera que no vaya a ninguna de las numerosas salidas ratoneras que tiene la bóveda. 23 segundos han pasado desde que inicié el descenso para mirar ese agujero y vuelvo a superficie. En el otro extremo del nylon que sujeto en mi mano, esta la captura del día. Un precioso mero. Podéis leer el relato completo aqui:
http://www.relatosdepesca.com/relatos/mero-ratonero.php
