Buena observación, Arcadio.
Solté el trolley para contestar una llamada. El trolley pegado a la pierna. Yo, que estoy el último, me quedo rezagado. Hablo.
Cuando cuelgo doy dos pasos hacia el mostrador de embarque y me doy media vuelta para coger el trolley.
No está.
Algún trabajador.
Algún pasajero del mismo avión.
Conclusion: si necesitas las dos manos para lo que sea, el trolley atado con dyneema a la muñeca.
Sigo con el tema... Que ahora empieza lo bueno.
En las sucesivas escalas voy comprando lo mínimo indispensable: medicamentos (no todos), lentillas (sin ellas no hay pesca), ropa y aseo.
Los días de vino y pesca maravillosos...
El paisaje brutal.
El paisanaje, como siempre, muy simpático.
Lástima de cámaras... Tiburones a porrillo, mantas raya, delfines, tartarugas, ballenas, piratas... (Y con un fusil cargado y escondido en el suelo del barco.)
Cómo será que un día, buscando una piedra bastante separada del cantil, en médio de la arena, con un fondo de 19 metros y un agua cristalina, veo desde la superficie, pegado al fondo, un tiburón.
A su lado veo otro un poco más pequeño...
Siete conté a la vez, en mi campo de visión.
Como eso no podía ser empecé a cavilar... Y llegué a la conclusión de que debían de ser cobias . Vistas desde arriba las aletas pectorales de las cobias pueden parecer las de un tiburón.
Entonces Bajé... Vaya espectáculo... Y a media agua subí porque, efectívamente, eran tiburones y había muchos más.
Y Conseguí pescar algún humilde pescadito, incluso con el Cyrano, que me dió algún problema.
Esta vez el mar me ha sonreído de verdad, quizás para compensar los soponcios aeroportuarios y mercantiles...
O quizás como premio de consolación por lo que podría venir aún.
...y vino. Ya lo creo.
Tengo un pie con la piel muy fina, debido a una herida reciente.
El último día de pesca, para adelantar, me quité en el barco el equipo. Me dio el sol.
Y me salió una ampolla por Eritrema solar en esa zona del pié. Pequeña ella... Qué rica.
El día siguiente lo dedicábamos al barco: limpieza y mantenimiento. Guardar, etc.
Yo a duras penas puedo hacer nada: tengo una diarrea cojonuda y me encuentro muy mal.
En un momento dado, me rasco e, inadvertidamente, rompo la ampolla, derramando su preciado líquidillo.
Sigo con mi rollo.
Al día siguiente me levanto malo, malo, remalo . Es el día de la partida. Estoy muy cansado. La zona de la ampollita está roja... Bastante Oscura.
A las 2 llegamos al aeropuerto y yo con 39 de fiebre me siento y no me levanto ni para mear.
Me meo encima de los pantalones.
39° de fiebre y todo meado.
Se lo digo a mi compañero (al que queda pues el tercero hace dos días que se fue también con diarrea y malestar general brutal), quien acude en mi ayuda con su bote de spray desodorante.
Consigo subir al avión.
Llegamos a Praia a las 16:00. Nuestro avión para Lisboa sale a las 00:15.
Me tumbo en tres de los pocos bancos que hay en ese puto aeropuerto.
38°, meado, deshidratado... Alguien me trae una coca cola fría... O lo soñé.
Para facturar y pasar el Check control, tengo que hacer un esfuerzo titánico. En la fila me tengo que poner de rodillas disimulando que me ato los cordones, porque me caigo literalmente.
Consigo llegar a la sala de embarque.
Salimos con una hora de retraso. No me entero del viaje. Me doy cuenta de que me duele muchísimo la pierna. Levanto un poco la pernera y veo que está de color granate y la tengo ardiendo.
Llegamos con retraso a Lisboa y pierdo el avión para Madrid. Son las 07:00.
Deshidratado, hambriento, con fiebre alta, y un dolor tenebrante en la pierna, los pantalones por medio del culo y meado, con su amplio cerco y su sutíl fragancia, arrastrando los pies y casi sin poder hablar consigo llegar al mostrador de transfer.
Una hora de espera... Pero consigo plaza a las 16:00 en un vuelo de iberia.
Me Dan dos vales de 6 y de 10 € para desayunar y comer.
Desayuno 20€, pago 14.
Todo a mi alrededor son ruidos y ecos... Barullo.
Me voy al baño por tercera vez en 2 horas... Me bajo los pantalones y miro la pierna... Es un poema desde el tobillo hasta el muslo por la cara interna.
Me acerco al lavabo para mojarme la cara.
No me reconozco.
Se me cae el móvil al lavabo. No Le presto atención: me estoy masajeando la cara.
Este, que es automático se pone en marcha y yo no me doy cuenta.
Móvil a tomar por culo. Blasfemo mucho y la gente me rodea.
Salgo del baño, igual que un figurante de the walking edad, la gente se aparta, me cede el paso con miedo.
Una máscara febril por cara... Desgreñado, Pantalones con el tiro por mitad del muslo, cojeando y arrastrando los pies a pasitos... Oliendo a pis... Aún así comí algo y aguanté hasta la salida del avión.
Llegué Madrid... Pero yo no era persona en ese momento.
Tuve que comprar un billete de bus a Zaragoza... Y creo que me hice entender para que la Sra del mostrador de Alsa llamara con su móvil a mi Sra, que me iría a recoger a la estación. 4 horas más de viaje.
Ya nada importaba. No sufría, no oía... No me percata a de nada...
Cuando llegué a Zaragoza a las 01:15 del lunes, al verme mi mujer, entró en pánico y me llevó al hospital.
Aquí estoy desde entonces, enchufado a goteros con 6 tipos de antibióticos, corticoides, analgésicos... Chutes de heparina más la medicación habitual.
Tengo como para 8 días más.
Se inició el protocolo de control epidemiológico, poniendo en alerta a un grupo francés muy puesto en el tema. Afortunadamente no ha sido necesario que vengan.
Tengo en sangre una infección bacteriana "rara" que, poco a poco está siendo controlada. Esta tarde estará identificado el intruso y será bombardeado con exclusivos torpedos de fotón.
Mi pierna izquierda es un poema, pero con el tiempo (meses) recuperará el color.
... Volveré.