Bueno, con un poco más de retraso de lo previsto pero aquí pongo la parte que me toca de la historia, siguiendo la recomendación de Fernando, que contó el primer tercio, Ramón contó el segundo y como en las corridas de toros, yo narro el tercero.
El resultado es que no me he reido tanto debajo del agua con un congrio como con el grande, el de la izquierda, que fué el último que sacamos de un agujero que Ramón decía fuera del agua que no se explicaba como podía haberlo llegado a descubrir.
El caso de la risa es fácil de entender, pues después de llevar más de una hora inspeccionando el alojamiento del bicho, su posición, con la cabeza pegada al techo de la cueva la mayor parte del tiempo y estudiando los alrededores para poder situar el fusil en posición de disparo, el animal había recibido unos 7 tiros y ya en superficie con el cuchillo dándole la puntilla oigo que alguién me dice, no se si Ramón o Fer, "no hace falta que lo remates, ya está medio grogui", yo sólo pretendía que el animal sufriera lo menos posible y desde luego, después de llevar siete tiros y estar en superficie como para no estar grogui.
Ya en serio, lo de sacar el congrio fué tal como lo narro:
efectivamente nada más tirarnos y después de dejar otro congrio con un tiro en el ojo izquierdo -otro día cuento la teoría del ojo izquierdo de los congrios-y con una aletilla dentro, veo a Fer justo debajo de mí mirando una piedra de unos 2 metros cuadrados, junto a otras algo más pequeñas, me dice "mira con la linterna que esa es buena", el había mirado por delante y yo separando unas algas y metiendo la cabeza por un espacio entre esa piedra y otra, por detrás con la cabeza ya en fondo meto entre otra piedra y mi propia cabeza la linterna, y allí está la cola del bicho, no eran las 11 de la mañana. Saco la cabeza del agua lo comentamos los tres y acordamos volver al final de la jornada.
Cuando volvemos por allí Fer ya había sacado el primer bicho, el del tiro en el ojo izquierdo.
Bueno, pues vamos a por el otro. Miramos y no lo vemos, vuelvo a mirar y lo veo en la parte superior de la cueva y ya se ha dado la vuelta, ahora se le ve parte de la cabeza, le propongo a Fernando que le pegue con el 70, yo llevaba un fusil de 100, le dejo la linterna, baja, coloca el fusil en el fondo entre unas piedras, sube de nuevo a ventilarse, vuelve a bajar y con el fusil ya colocado, es cuando aprieta el gatillo, bajo yo a mirar y veo que el tiro lo tiene en el cuello, lo que se llama un deguello en toda regla.
Bueno pues de esta no sale!, empezamos el movimiento de tierras, sacamos entre Fernando y yo al menos seis o siete piedras de los aledaños para intentar meter algún fusil y poder acertar mejor en en la cabeza, así hasta que al final y casi una hora después, se le saca pinchándolo a mano, y ya fuera del boquete le pegamos un par de tiros más diáfanos.
El resumen, más de cuatro horas en agua a 12 grgados, pero cuando pensé que me congelaba, al final entramos en calor, menos mal que la orilla estaba a sólo 15 minutos nadando, entre el peso de la boya y el nordeste pegando con fuerza 5, pensé que mis cuádriceps se declararían no aptos, lo peor fué subir por el acantilado ya fuera del agua.
El resto es el vídeo, las fotos a menos temperatura que en el agua, y lo mejor el compartir fuera del agua el buen humor con dos buenos amigos sin los que pescar sería otra cosa, y de vuelta nos cruzamos con Carlos que esa mañana no pudo salir con nosotros, pero que a buen seguro también hubiera compartido esa felicidad con nosotros. Sirva este pequeño relato como un pequeño homenaje a todos los que me acompañais a pescar cuendo subo por ahí.