Ayer fue otro gran día. Es curioso pero en un año de pandemia creo que he pescado más que nunca.
El agua sigue color verde invernal, aunque un poco menos que las últimas semanas, pero lo bueno es que si el pescado entra, pues mejor.
la mañana empezó con una pequeña dorada tamaño ración que me me había parecido más grande, pero el agua sucia es lo que tiene, no sé calcular bien el tamaño de los bichos.
Después pude hacerme con una buena corba al agujero, viendo solo la cabeza hasta que no la saqué de la grieta no pude ver que era de buena talla, pesó 1,6 kg ya limpia.
Pero el momento cumbre del día llega a media mañana en un punto dentonero muy bueno. El agua está un poco peor, así que toca entornar los ojos y estar atento a las castañuelas. Todo parece tranquilo, pero de repente me parece ver poco más que unas sombras corriendo de izquierda a derecha...
intento fijarme mejor y por un segundo me parece que todo ha sido un espejismo, cuando de frente a toda velocidad veo un cabezón muy ancho venir hacia mí, encaro rápido el fusil y en cuanto gira logro un buen disparo que le entra por el opérculo. El tiro es bueno, lucha aunque parece tocado y subo separándolo del fondo. Llamo al compi para que baje a media agua a doblar el disparo y subimos el pez a superficie. Lo celebramos con mucha alegría, es una pieza estupenda. No es muy largo pero está rechoncho y dio en la báscula 5,6 kg, mi nueva mejor marca.
Después en otro punto tuve otro a tiro, pero quise ceder al compi la posibilidad de la captura y al final no hubo suerte.
La jornada acabó con un bonito breado que me entró casi por la espalda y pude girar el fusil hasta conseguir hacerme con él.
La verdad es que creo que cuando consigues tener confianza en el disparo y una buena arma bien equilibrada las posibilidades de éxito suben como la espuma.
añado un vídeo corto, rápido y con poca edición, para verlo en poco tiempo: