Después del temporal suele haber jaleo.
En unas aguas como las de esta mañana es complicado, ves el pescado pero te chocas con él literalmente por lo que apuntar se convierte en una odisea pero hoy no se ha dado nada mal, debo estar agradecido aunque salgo con sensación agridulce.
A partir del primer metro y medio, salvo en algún pequeño recoveco no se veía ni pa’rriba ni pa’bajo.
Distingo una forma grande una cola considerable y yo quieto como un puta escondido en la roca anterior, está rodeada de sargos gordos que parecen alevines a su lado. Están comiendo entusiasmados aprovecho para posicionar el fusil que estrenaba hoy y veo la pedazo cabeza mirarme, me apresuro y fallo. Era un doradon bastante más grande de los que he sacado ( los triplicaría)y tuve tiro franco.
Cargo fusil y sigo, aprovechando una pequeña claridad de agua y el brillar del sol aparece una dorada la cual clavo cuando se daba la vuelta para huir, cobro y a la buchaca.
Veo una figura perderse por una grieta espero al otro lado y sale por ahí, disparo y un pequeño llobarro.
Cambio de fusil por el hermano pequeño, las aguas lo requieren, una goma menos y 10 cm menos, las bogas se vienen hacia mí, me sumerjo un poco y saco otro pequeño llobarro.
Clarea un poco el agua y veo un buen sitio donde posarse a poca agua llego y sale una dorada a unos tres metros, 3,5 de la punta de mi fusil. Disparo en el melón y a cobrar pieza.
Vuelvo a pillar otra dorada desprevenida, no tan grande como la primera pero bastante más grande que las que llevaba. Esquivó la varilla literalmente al igual que la anjova que se chocó conmigo.
En fin, mañana de niebla pero con pescado de eso no me puedo quejar pero con la sensación agridulce de que podía haber sido una mañana estratosférica.