Nada más el avión empezó a descender sobre nuestro destino la primera imagen que ves es la de una extensión infinita sin ninguna construcción humana, todo palmeras y ríos. Casi no podías distinguir ni carreteras ni grandes edificios ensuciando el litoral, algo que se echa de menos nada más regresar a casa. Aterrizamos en el pintoresco aeropuerto de Punta Cana. Este está formado por un conjunto de grandes cabañas con techo de palmera, acorde con las construcciones típicas locales y, como no, pensando en satisfacer a los muchos turistas que buscan algo diferente a la civilización moderna. Junto al dolor de piernas y espalda de riguroso sufrimiento, causado por las 9 horas de vuelo, se juntaba la preocupación por mi material de pesca. Aunque en Barajas lo facturé como material delicado este se encontraba junto al resto de maletas, así que sufrió el habitual trato íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“delicadoíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚ de las maletas. Por suerte, entre los golpes e la ida y de la vuelta, se saldaron con una grieta en la bobina de un carrete, nada grave.
Un autobús nos recogió y nos trasladó directamente al complejo hotelero. Por el camino pudimos comprobar que la forma de conducir de las gentes del lugar, por describirlo de alguna manera, no era la más prudente que yo he visto. Para más inri, en una curva, al autobús se le abrió una de las puertas del equipaje. No perdimos nada y, al menos, el incidente sirvió para que el conductor dejara de emular a Carlos Sainz. En el hotel nos recibió un representante de la compañía con la que contratamos el viaje. Nos asignan las habitaciones y nos reparten las íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“pulseritas mágicasíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚ de las que daríamos buena cuenta durante los días que permanecimos por allí (unos bastante más que otros). El hotel se llama íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“Grand PaladiumíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚Â, de 5 estrellas. Las habitaciones una pasada: Televisión internacional, nevera, cafetera, hidromasaje, camas enormes y muy cómodas (íƒÆ’í¢â‚¬Å¡íƒâ€š¡malpensados!)...
El domingo por la mañana me pegué el madrugón, patrocinado por el íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“Jet LagíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚Â, me levanté a las 5 de la mañana y me fui a caminar por la playa. A las 10 ya había preguntado en todos los centros de buceo (muy numerosos) si organizaban salidas de pesca submarina. Todos me dijeron que no, o me pedían un precio carísimo. Al final, en el centro de buceo que tenia más cerca de mi habitación, uno de los monitores me consiguió a un barquero local, que se dedicaba a hacer de barca-taxi para los turistas o de guia para salidas de íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“snorkelíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚Â. La clavada fue impresionante, pero tenéis que tener en cuanta que le pagué al de la barca y la íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“propinaíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚ al del centro de buceo. Más tarde vino el tío de la agencia para vendernos las íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“excursionesíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚ típicas Nos apuntamos a 3, que si lo se solo hago 1 y me dedico a pescar mas días Un consejo: esta gente intenta vendernos la moto para que no salgamos del complejo hotelero y que todas las actividades las contratemos a través de ellos., yo me busqué la vida y la verdad es que me fue bastante bien.
Os voy a comentar brevemente las 3 excursiones que hice para que si alguno vais por allí decidáis si os vale la pena o no:
Bucear entre tiburones, divertido. Nos metieron en una jaula con tiburones gato, que más que los animales peligrosos y fieros, parecían vacas mansas y se los veía muy acostumbrados a la presencia y toqueteo de los turistas. Después bajamos con unas escafandras raras a pasearnos por el fondo marino... curioso. Me lo pasé bien.
Nadar con delfines: Simplemente decepcionante.
Viaje a Isla Saona: Muy recomendable, un día entero de fiesta. Nos subieron en un catamarán y empezó la fiesta, muchísima vitamina R (Ron con cola) y buena música Un día para recordar. Nos lo pasamos muy bien. Totalmente recomendable (sobretodo si eres soltero).
Bueno, ya sabéis que tal ha sido el viaje en general, ahora vamos a lo que nos interesa, las salidas de pesca. Voy a empezar contado el material que me llevé:
Traje de 3mm: Me he asado de calor. Para la próxima me llevaré el mismo traje... pero espero que ya no caliente ni la mitad por que estará más viejo.
Los fusiles: 2 de 75. No me he llevado armamento más bestia aconsejado por un buen pescador de Castellón que ya conocía como se las gastan en los aeropuertos y me dijo como acabaría mi leño de 110. Menos mal que le hice caso. Al que vaya yo le aconsejo un 75 o un 90 ligero para los días que el mar esté movidito y un 100 (o más) para los días que está el agua clara, los dos con carrete. En Punta Cana agua sucia son unos 10 o 15 metros de visibilidad y agua limpia... pos 30.. 40... o más. Esté el agua limpia o sucia siempre hay muchísima corriente. Para mi próximo viaje, si me hace falta llevarme armamento bestia, veré si puedo asegurarlo con algún tubo de PVC o, al menos, en una bolsa más rígida y llena de algún material que amortigue los golpes.
El primer día que entré en el agua fue impresionante, unos 20 metros de visibilidad en algunas zonas, cientos de pececillos pequeños a los que no estoy acostumbrado... y una corriente bestial. Aparte fue curioso pescar en la rompiente a más de 1 kilometro de la costa. Es lo que tiene pescar en los arrecifes. Al principio intenté agujero, caída, espera... de todo. Estaba tan nervioso y emocionado que no era capaz de concentrarme en pescar. Al cabo de un rato decidí calmarme y el día empezó a dar sus frutos. La pesca al agujero queda completamente descartada ya que es imposible seguir a los peces por dentro del arrecife, además, la corriente y, sobretodo, el oleaje desaconsejaba meterse en las abundantes cuevas. Al final cogí algo de pescado pequeño (para mi entender, que no para los pescadores locales) y una íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“viejaíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚ de un tamaño decente pescada a la espera. Si hubiera tenido un fusil adecuado, de 100cm mínimo, podría haber pescado algo más. El llevar armas cortas también hizo que tuviera que ser mucho más fino en mis esperas y caídas para poder matar algo.
Al día siguiente le pedí al barquero que me llevara a una zona en la que podría encontrar pescado grande. Me dijo que lo único que conocía eran unas piedras a más de 15 metros de profundidad. Se sorprendió cuando le dije que perfecto. Según él allí solo se pesca con aire y por la noche. Bueno la zona era espectacular, una visibilidad de unos 40 metros. Buscaba el pescado desde la superficie como si estaría a 6 o 7 metros... Al final cogí 4 pargos decentes, 1 merito de unos 3 kilos y un caragnido, el barquero me dijo que era un íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“pejereyíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚Â... el que veis en la foto. Los vi de lejos, y intentándolo medio a la caída, medio acechando... pude clavar el de la foto. En el grupo había 1 mucho más grande, pero mi fusil de 75cm no los alcanzaba, bastante trabajo me dio ese para que no se desenganchara. Al final bajé a unos 15 metros, lo cogí por la cola y me lo llevé íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“a lo brutoíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚ a la superficie. Este día de pesca justificó para mi la pasta que me he dejado en el viaje, el pescado, vi barracudas, un tiburoncito de arrecife, tortugas marinas, íƒÆ’í¢â‚¬Å¡íƒâ€š¡quiero volver!
Al finalizar la jornada de pesca me fui con el barquero lejos de las playas de los hoteles, limpiamos el pescado y merendamos coco recién cortado, situación muy diferente a la de otro día que nos sacaron coco para beber y comer, al más puro estilo íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“coco pal guiriíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚Â. Por cierto, ya que me había cobrado la gasolina, el pescado se lo cambié por bisutería y algún regalo más.
El miércoles, antes de lo de los tiburones, como seguía con mis problemas de insomnio y no tenia nada mejor que hacer me fui a la playa dispuesto a recorrerme el barco que había visto el día antes y buscar posibles presas para futuras jornadas de pesca. Tras 1 hora de caminata (parecía que estaba más cerca) llegué al barco. Estaba claro que allí no podía pescar, a no ser que me dedicara al bicho más abundante de la zona: los botelleros. El pecio bastante espectacular, pero demasiada gente. Uno de los botellero aún debe estar acordándose de mi: me metí en uno de los camarotes sumergidos siguiendo a un merito, a ver si encontraba otro más grande, y salí por el otro lado del barco, justo en el momento que el botellero se acercaba por esa entrada... la cantidad de burbujas que soltó me dio a entender que el susto que se llevó fue bastante grande... jejejeje....
El último día, por la mañana entré a pescar a nado... un día en el que mejor haberme quedado en el hotel. Viento, olas, corriente... poca visibilidad... y demasiados días de vitamina R y poco sueño hicieron que me mareara y no fuera capaz de pescar nada. Bueno, una dosis de realidad no viene nada mal antes de volver a casa. A los que pescaban conmigo les regalé un fusil viejo que casi no usaba, y un pasa peces Tened en cuanta que el material allí es carismo, si les podeis cambiar algo de material viejo que ya no usáis os lo agradecerá.
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Después del mareo, la carrera para llegar al hotel a hora solo me quedaban 8 horas más de viaje... una tortura que bien ha merecido la pena.