En Santiago de Compostela hay dos familias que quieren casar a las hijas.
Pero no hay chicos adecuados en todo la capital, así que deciden unirse para buscarlos por los pueblos de los alrededores. Finalmente encuentran dos excelentes partidos, uno de Arzúa y otro de Arteixo, y les invitan a
que vayan a conocer la ciudad . Pero resulta que uno de ellos se arrepiente por el camino, y sólo uno de ellos llega al destino. Y es una joyita, así que las dos familias lo quieren.
Total, que las dos familias empiezan a discutir de quien es el novio, y como la cosa no se aclara, deciden hablar con el juez eclesiástico más viejo de los alrededores.
El juez decide lo siguiente:
- Lo que haremos es muy simple, partiremos al chico por la mitad, y le daremos un trozo a cada familia para que no haya discusiones.
Entonces, la madre de una de las novias dice:
- No, por favor, pobre muchacho, como le van a hacer eso.
Pero la segunda madre dice:
- íƒÆ’í¢â‚¬Å¡íƒâ€š¡Eso, eso, que lo partan, que lo descuarticen!
Entonces, el juez mira a la segunda madre y decide:
- El chico se casa con su hija, íƒÆ’í¢â‚¬Å¡íƒâ€š¡Usted es la verdadera suegra!
