Usando una nueva técnica de rastreo hicimos un bonito recorrido robalero y, como en días anteriores, las encontramos en poquita agua escondidas entre la espuma y lo negro del agua (seguimos con dos metrillos escasos de visibilidad
).
No empezamos con la suerte de cara pues perdimos varios ejemplares por diversos motivos, pero como decíamos el lunes, a la gorda no la dejaríamos escapar...
Y fué en una piedra separada, donde las olas de período corto que rompían sin demasiada fuerza por la cara exterior dejaban un seno de espuma por dentro muy apetecible, donde los robalos corrieron a refugiarse en cuanto sintieron nuestra presencia... estaban sentenciados
. Tras un par de esperas conseguí hacer salir del cabezo los mayores ejemplares, haciéndolos bajar hasta donde, saliendo de la espuma hacia mi posición, quedaban al descubierto...
Eran dos hermosos cabezones, el primero, de unos cinco o seis kilos, fué el que siguió mis llamadas y me entró de frente de modo que estaba muerto... pero por detrás, siguiendo una trayectoria oblícua, lo seguía el jefe del cotarro, que es a quien íbamos buscando
...
Saludos.