El fin de semana pasado pude hacer con mi chica una escapada a casa de mis padres, a Cádiz, muy fugaz, pero al menos echamos un sábado de estos que te dan vida para varias semanas, hasta que el ansia se hace demasiado fuerte y hay que volver allí por fuerza.
Llegamos el viernes por la tarde, pasamos un rato con la familia, y después fuimos a casa de un amigo que organizó una cena de varias parejas, y estrenaba barbacoa para la ocasión. Todo fué de lujo, Jaime nos deleitó con unos vinos de categoría y carne hasta decir basta. Entre bromas, alguien comentó que había que estrenarla con pescado pronto (tomé nota mental). A última hora de la noche, dejamos claro el plan para el sábado: Bolonia, desde por la mañana hasta por la noche.
Por supuesto, eché los tiestos en el coche, sin muchas esperanzas de pescar ya que llevo varios meses sin mojarme y de muy poco deporte en general. Plantamos las sombrillas, y yo ya no aguanté más de ver ese agua, ahí llamándome, tan clara, tan prometedora. En un minuto estaba equipado y rumbo a áfrica. El agua clara y con poquita corriente, condiciones ideales para un paquete como yo. Buscaba unas piedras con borriquetes con las que dí hace un año, pero no fuí capaz de localizarlas. Tocaba hacer esperas. En una de las primeras, me entró la zapatilla (en mi pueblo llamamos así a las doradas pequeñas), se fué, me escondí bien, y volvió a curiosear. Una imagen bonita, aunque disparé desde lejos y no aprecié bien el tamaño. Después, el borriquete, también a la espera. El sargo me entró junto a una zapatilla idéntica a la otra.
Ya volviendo a la orilla, después de lo que para mí fueron 5 o 6 horas, y ya inquieto por no preocupar al grupo, me encontré el lenguado. Como sabía que hasta dentro de un mes no podría bajar de nuevo a cádiz, probé a acercarme a la marca de salmonetes XL. No ví ninguno, pero la urtita se vino para casa, este pez es mi debilidad.
De vuelta a casa ya de noche, volvía a sentirme pescador. Pero para que la experiencia fuera completa, había que probar el fruto de un día de Julio para enmarcar, en Bolonia, Cádiz. ¿alguien tenía una barbacoa? Aprovechamos el fuego e hicimos un par de sarguitos que cogió un amigo, que ha descubierto la pesca con caña a los 35 (que viviendo en cádiz tiene delito) y está emocionadísimo con la afición.
Y el domingo tocaba regreso a Madrid. Pero así no molesta.
En fin, que ya estoy deseando volver. Saludos!