el mar no tiene puertas, puede pasar de todo, una vez hace años estaba haciendo una espera en un fondo de arena, con varias piedras blancas de esas podridas, y había muchos salmonetes, en una de estas varios salmonetes se levantaron del fondo y pasaban sobre la piedra blanca a unos 50 cm de altura, puer en un momento de uno de los agujeros de la piedra salto un mero con la boca abierta y se jalo uno del tirón, coño y yo haciendo la espera y biendo el panorama de testigo silencio, pues nada la siguiente calada tuve la obligación de vengar al pobre salmonete y le di su merecido al merete, nunca me olvidare de esto por lo super extraño pero bonito a la vez.