Cuando era joven eramos autodidactas. Enganchábamoms los sargos vivos. No sabiamos nada de rematar pescado. Cuando todavía se veían cuevas llenas de sargos (que tiempos), y haciamos pescas interesantes para ser teenagers, alguna vez se nos escapaba la punta del aro, y se salían unos cuantos sargos escopeteados. En la euforia de querer recojerlos, no cerrabamos el portapeces y más se salían. Ahora me río, pero entonces no cagabamos en tóh.