Temporal, viento, oleaje, mar de fondo, turbiedad, frío,.... tras una hora mirando desde la orilla el mar, finalmente decidimos que nos tiramos pase lo que pase y que nos quiten lo bailao que como bien dice el amigo Marco í¢â‚¬Å“Un mal día de pesca es siempre mejor que un buen día de trabajoí¢â‚¬Â. Encaramos la zona, con la visibilidad que hay tardamos media hora en encontrar las piedras que buscamos. Primera espera, para abrir pulmones, las bogas se pegan literalmente al fondo mientras el mar me zarandea de un lado a otro, con una mano me agarro a la poseidonea y con la otra intento mantener el fusil recto (hoy saque el doble goma del armario para no perderle el punto) pero es del todo imposible. Pinta bien, se ve bastante vidilla de pescado pequeño y anda nervioso. Valentín y yo nos vamos turnando, primero baja uno y el compañero espera arriba y después el otro diez metros mas adelante, estamos peinando la zona buscando dentones de los gordos. Ocasionalmente aparece alguno de entre uno y dos kilos que se asoma de lejos a echarnos un vistazo pero no terminan de atreverse a mirarnos a los ojos. Estamos llegando al í¢â‚¬Å“Hot Pointí¢â‚¬Â, los pulmones están abiertos, el carrete también, todo esta listo. Primero baja Valentín, al subir me dice que las bogas y las castañuelas corren como locas y que ha visto unos bultos grandes que se movían al límite de la visibilidad. Me indica la dirección y bajo yo a probar suerte, aquello es como el metro de Tokio en hora punta cuando lo pasan a cámara rápida, no veo a nuestros amigos pero sé que están ahí. Bajada tras bajada, los vamos buscando, solo vemos sombras lejanas y algún dentoncillo que se acerca como inaugurando la conga dentonera pero que rápidamente vuelve a desaparecer por donde vino. Llevamos así más de una hora y no conseguimos hacer una sola pieza, solo Valentín ha llegado a disparar pero sin exito. Cuatro horas nadando con la corriente en contra, íbamos buscando dentones de los gordos pero hoy no se han dignado a aparecer, solo los primos pequeños y ni con esos hemos podido. Tras una pequeña conversación decimos poner fin a la jornada, hoy no es el día y nos vamos con el rabo entre las piernas. Justo antes de salir, pruebo a bajar un par de veces más por si suena la flauta pero solo veo mujos y sarguillos que no merecen ni el disparo. Levanto la cabeza y veo que la boya de Valentín esta cien metros más allá, así que aprieto el ritmo en dirección a la orilla, no quiero hacerle esperar. .. Un momento, ¿Que es ESO?