En mi continua búsqueda de la espera perfecta he estado estudiando los soniditos que se pueden hacer para acercar el pescado.
Comencé con ruidos sin sentido, pero no se acercaba nadie.
Contínue con sonidos de quisquilla, hasta perfeccionarlos con la quisquilla paralítica obesa. Pero, por estraño que parezca a los sargos no les atrajo una comida fácil.
Ahora estoy estudiando el sonido de la sarga borracha que va loca por pillar con excelentes resultados.
Si es que tiran más dos aletas que dos carretas...
(no me lo toméis a mal, pero es que a las 2:30 de la madrugada y currando llegas a pensar estupideces máximas).