Nos alojamos en el Hotel del Norte, en Andrín, Asturias. Un hotel tan peculiar como su propio dueño, madrileño ex-director publicista, con más anécdotas que el abuelo cebolleta.
Este es aspecto de una habitación del hotelito:
Aquí podéis ver la playa de Andrín, al atardecer.
La foto está hecha desde el merendero de playa, donde te puedes meter 1/2 kilo de percebes y una botella de sidra por 20 Euros.
Lo primero que me llamó la atención de Asturias fue lo impredecible del tiempo. Podía amanecer lloviendo y levantarse el día por la tarde, o viceversa. La primera semana fué bastante mala. Siempre lloviendo, con mucha humedad y, aunque el mar estaba sereno, no había quien convenciera a mi mujer para bajar a la playa.
Así que llamé a Javi (Umberto) y quedé con él para que me indicara qué visitar y dónde comer. Javi bajó con su encantadora mujer y el chiquitín. Nos reunimos en Ribadesella y hablamos un poco de todo. Tuve ocasión de ver el peculiar RG de Javi, que tiene aún dos pequeños errores de diseño que subsanar, pero que está claro que los resolverá con suma facilidad.
Javi me dijo que aguantara hasta la siguiente semana, porque el tiempo iba a mejor.
Como tenía ganas de pescar con él, aguanté la semana y la pasé visitando Asturias y comiendo como un obispo.
Una de las cosas que más choca a un mediterráneo. Las mareas. Una de las ventajas de las mareas: visitar el fondo del mar a pie, antes de que suba la marea.
Después de una semana intensa de recorrido por Asturias, finalmente quedamos un día para pescar con Javi. Ese día, un accidente doméstico con el niño no abortó la salida. Suerte que al hijo de Javi no le pasó nada de nada. Un susto.
Finalmente, al día siguiente, pudimos salir a pescar.
Javi echó la barca al mar (la verdad es que o no ayude demasiado
). Nos vestimos y, cuando estaba levando el ancla, un eslabón golpeó a Javi en todo el labio, abriendole una herida considerable. Javi, preocupado, se detuvo junto a una embarcación de salvamento y les preguntó si creían que la herida necesitaba puntos. Le dijeron que no y decidió continuar la pesca.
Le había pedido a Javi visitar una zona de poca profundidad, ya que estaba desentrenado y paso el resto del año trabajando a 4,5 o 6 metros máximo. Javi se tiró inmediatamente al agua. Yo un poco más tarde. Javi me explicó que para pescar allí, hay que mantenerse quieto en superficie y moverse acechando por el fondo.
Javi da su segunda cabezada y lo veo salir disparado hacia la superficie, echando diablos por la boca y lamentándose de que su fusil Marc Valentin 90 no había traspasado a un dentón de mínimo 4 kilos. Y se va disparado a la barca a recoger su neumático.
Yo intento seguir sus aletas, como me ha recomendado pero, pronto lo pierdo de vista. Sigo acechando hasta cerca de 600 metros de costa. Momento en el que sólo puedo hacer dos cosas, abrirme hacia el mar, para ganar metros y buscar algo a más de 6 metros o irme para la orilla e intentar pillar una lubina. Decido irme a la orilla, porque voy sin boya y no me fío.
Decido abandonar la técnica sugerida por Javi y me dedico a pescar como siempre. Tengo el sol de espaldas y nado tranquilo (como un tiburón saciado), acechando en rocas y mirando agujeros. Tras una roca, aparece una lubinilla de un kilo más o menos.
. ZAS
En un agujero veo un sargo de cerca del medo kilo que, al contrario de lo que pasa en el mediterráneo, se queda en el agujero como un tonto. Apunto con tranquilidad y ZAS.
.
Me queda la flecha enrocada y, sargo y flecha quedan fuera del alcance de la mano. Paso unos instantes decidiendo si dejo la flecha y el sargo bajo la roca o que. Finalmente, veo un hueco al otro lado por el que puedo manipular la flecha y recoger el sargo. Suelto la flecha del hilo del carrete y recupero la flecha y el sargo por el otro lado.
Como creo que ha pasado mucho tiempo y mi mujer anda sola esperando en la playa, decido ir hacia la barca y pedirle a Javi que me acerque a la playa. Para mi sorpresa, Javi está sobre la barca y va vacío.
. Supongo que el mal rollo del labiono le permitió pescar con tranquilidad.
De vuelta, en el puerto. Javi de espaldas, yo con mi Effesub camu (sin pantuflas):
Esta vez, los dos de frente:
Y aquí la lubinilla y el sarguete. Javi no quiso salir en la foto. Supongo que para esos mares, estos tamaños son ridículos, sin embargo, en el mediterráneo son aceptables.
Ese mismo día ya nos despedimos de Javi, que andaba muy ocupado y al que agradezco mucho toda su hospitalidad (Javi, recuerdos a tu estupenda mujer y al chiquitajo!
).
El resto de la semana, conseguí ir a pescar en tres ocasiones mas. Elegí la playa de Lastres, porque estaba poco poblada (hay que ver cómo se ponen las playas en Asturias en cuanto sale el sol!!!
), tenía puesto de salvamento, duchas, pocas escaleras y casetas para cambiarse. Vamos, un lujo para un pescador de infantería.
Pescando, entendí por fin porque hay gente que llama a esta actividad
"caza submarina". La verdad es que el paisaje del fondo asturiano se compone de grandes extensiones de arena, con grupos de piedras totalmente recubiertas por una espesa vegetación, que parece más un monte que un fondo marino. En un momento dado creía que estaba cazando conejos, en vez de peces.
Total, cerca del puerto de lastres vi una estructura de hormigon similar a una torre petrolífica y decidí ir hacia allí, a ver si veía peces pelágicos en la sombras. Efectivamente
, en mi primera aproximación veo unos peces de tamaño considerable, aunque no consigo distinguir con claridad qué es, decido disparar.
íƒÆ’í¢â‚¬Å¡íƒâ€š¡Maldita suerte!
. Resultó ser una salpa de 3 a 4 kilos. Como iba poco lastrado (2 kilos menos de lo normal), decido ponerme la salpa en la cintura para ayudar a lastrarme y sigo pescando. Cayeron 2 peces bayesta más, de entre kilo y kilo y medio.
De repente, cuando me lo estaba pasando bien, saco la cabeza y me veo envuelto en una niebla terrible.
. Cielos, si hacía un sol que derretía.
. Pienso que mi mujer debe estar muerta de asco en la orilla y decido abandonar la pesca y seguir lo poco que veo del litoral de vuelta
. Cuando llego a la orilla, la niebla desaparece como por arte de magia
. Mi mujer está bien y ahora el mosqueado soy yo, que he vuelto 1 hora y media antes de lo acordado. Maldito tiempo.
En los dos días siguientes volví a localizar el banco de ballestas (la verdad es que no ví absolutamente nada más interesante). Y me propuse un cupo de 4, para no abusar del banco porque, o bien son todos más tontos que hechos de encargo o mi técnica de aproximación es cada día mejor. Podría haber abatido todo el banco, pero me dió pena, la verdad.
También cayeron un par de sepias de buen tamaño. En la imagen, el cuchillo es una daga sporasub.
En fin. He vuelto con 12 peces ballesta, de entre kilo y kilo y medio, una lubina, un sargo y dos sepias. Para 4 días no está nada mal. He tenido que regalar pescado porque la nevera no era capaz de congelar tantos kilos por la ola de calor.
De vuelta al Mediterráneo. En 15 días, el balance ha sido mucho peor.
4 pulpos
1 merete
3 lubinas
2 sargos
Pero eso ya es otra historia y, para variar, no tengo fotos.