Llevo ya una semana en mi país y como vine con la familia, cuadré el viaje para pasar dos fines de semana
El viernes estuvo cayendo un diluvio y el sábado todo el día con mucho viento... Pintaba mal la cosa...

Como siempre, tengo la presión de mi suegra y mi hermana que quieren pescado

El sábado en la noche tuvimos una fiesta y comí y bebí opíparamente...

Pero le dije a mi "maestro" para salir al día siguiente.
Entre pitos y flautas, salimos al mar como a las 10:30 y él decidió no tirarse de lo fea que se veía el agua. Parecía una mezcla de café con leche y chocolate, lo que llaman "Mokachino"

Hago mi primera bajada y veo como al pasar los 15 metros y no mirarme ni las manos, el agua se abre y me da una visibilidad de unos 10 metros. No es excelente, pero es pescable.

Y comienzan las capturas: Un parguito de sartén, un bonito, un carite (sierra), dos picuítas....
Le digo a Ricardo "déjame cojer una picuíta (barracuda) más para cuadrar y nos vamos".
Como hago siempre, había estado desangrando y desbuchando los peces en el agua para "devolverle" algo al mar y como no, para activar el ecosistema.

En lo que hago mi última bajada, apenas se "abre" el agua, veo un hermoso pargo cebadal (Sama) "pastando" en la arena sin preocuparse por el que lo convertiría en la cena de 3 familias...
Tiro al cachete, sonrisa de oreja a oreja y al subir "Vámonos, que ya es suficiente!".

Las fotos (el pequeñín es mi sobrino Diego):