Hola xavales!!! :
Pese a que es super tarde, estoy deseando enseñaros esta pesca del Martes 9 de Octubre.
Estaba íƒÂlvaro en clase, en la Uni, cuando me comentan por un pasillo que han quitado la clase de Estadística, me vino un flash a la cabeza, eran las once am y ya estaba mandando un par de sms a sendos amigos para que se vinieran a pasar un día en barco.
Uno de ellos es pescasub, pero el otro experimentaría por primera vez lo que es meter la cabeza bajo el agua. Nunca se le olvidará.
Llegamos a puerto sobre las doce y organizamos bártulos, arrancamos motores de mi flamante Menorquina y a la Mar. Esta iba ser una salida de pachanga absoluta, para enseñarle a mi amigo Pepe lo bonito que es el mar, para que sintiese la ingravidez y disfrutara como lo hacemos nosotros. Pretendía tocar un hot spot dentonero, pero hace un Norte que, aunque es flojo-fuerza2-3 -, molesta el anclaje y tambalea el barco, generando mareos a los que no están acostumbrados al agua, así que descarto el puesto y me voy a una zona de magres y salmonetes resguardada, para pasar un día agradable.
Nos metemos al agua, mi amigo coque ya anda tocando algún arenal, yo espero a mi amigo Pepe para que venga a mi espalda. Un salmonete de buen porte come en la arena. Le digo a mi amigo Pepe que observe íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“el lanceíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚ y se queda flipando. Lo entiendo. Esa sensación sentía yo de pequeño al ver pescar a mi tío.
Pasan 10 minutos y lo noto tiritar, él va sin neopreno. Sin embargo veo que se entretiene buceando a por conchas en apenas 5 metros de agua, así que le digo: Pepe, vamos a acercarnos a las rocas para que vea erizos y conchicas. (Así, a la vez, busco algún lisote de los que suelen frecuentar esta zona).
Tras estas palabras dirigidas a mi amigo, doy apenas 9 paladas de aleta en dirección a la cota cero y de repente, ante mí, en mi diagonal izquierda aparece un coloso gris acero.
La escena es preciosa, inmejorable: El agua esta trasparente y el fondo de arena hace del Mar una piscina azul turquesa, en la que nada, a media agua, un gigante de cara seria, con aire de pasotismo, de superioridad, poderoso en su forma de moverse, azotando al compás de un péndulo una enorme cola en forma de media luna. Es inmenso.
El bicho continua en mi diagonal, alejado lo suficiente y yo ya me he colocado en posición de ataque, preparado.
Noto como algo golpea mi espalda, un puño cerrado que, nervioso, me expresa su intranquilidad, su cruda visión de lo que para él (mi amigo Pepe) es un monstruo.
Reacciono rápido y aparto su mano sin mirarle, queda claro con mi actuación lo que quiero de él, pasividad y sigilo, mucho sigilo.
Ahora sí, me centro en el coloso.
En estos segundos de confusión el Palometón ha pasado mi posición, pero su nadar tranquilo todavía lo mantiene en zona de caza. Siento que lo pierdo y no puedo permitírmelo. Decido hacer una picada y quedar inmóvil en media agua ( 3 metros de agua, tan solo dos metros me separan ahora del fondo) doy aletas, suave, persiguiéndolo, pero no reacciona y me guarda al menos 5 metros de distancia. Entonces vuelvo a reaccionar y empiezo a hacerle toda clase de ruidos guturales, uno tras otro, sin orden alguno, sin contemplación, un ruido más....
Entonces el animal gira 100 íƒÆ’í¢â‚¬Å¡íƒâ€š.- a nuestra derecha (tanto la suya como la mía) y el mundo se detiene...ahora nada con la misma pasividad, pero en mi dirección, analizándome en un círculo amplio. Tan solo un radio de 4 metros me separa del blanco y es entonces cuando aleteo para acotar esta distancia, cerrándolo. Un aleteo muy pausado, pero sin detenerme, al ver que no me teme, me acerco. Cada vez estoy más y más cerca, pero observo su grosor, gordo, muy gordo, y aleteo un poco más, apuro la distancia y es cuando nos separan apenas dos metros cuando lo contemplo por última vez antes de apretar el gatillo. Mi varilla atraviesa su espina y el bicho lucha con toda la fuerza que puede concederle la mitad de todo su musculoso cuerpo. El carrete no suena, y es que el acero ha tocado punto vital y por ello tan solo 20 cm de varilla atraviesan al animal.
Tras tomar aire y nervioso por el devenir de la lucha me sumerjo a abrazar al bicho. Es gigante y la mano no encuentra agarre en la cola, imposible, no me cierra ni la mitad. Con la mano izquierda busco la agalla y aprieto fuerte, con la derecha termino por rodear el lomo.
Mi amigo esta al límite del desmayo. Grita y me da la enhorabuena. Entiende que esto no es algo que se de todos los días en la vida de un pescasub. Me felicita de nuevo y me abraza. Lo abrazo. Casi no me creo lo que acabo de vivir. Es increíble.
El animal pesó 27,5 kgs
Un abrazo a todos y recordad: En el momento menos esperado salta la liebre.
Un abrazo!!