Después de varias jornadas de pesca productivas pero no lo suficientemente interesantes para narrarlas en el foro, este fin de semana nos hemos puesto las pilas y, después de darle caña a las lubis en una zona conocida, esta mañana decidimos buscar a sus hermanas mayores.
A las 6:45 con una noche cerrada aún estaba cargando mis bártulos en el coche, justo en una zona de paso de los "fiesteros". Uno de ellos (conocido mío) me pregunta que a donde voy y le respondo que a pescar... me mira con una cara de incredulidad que achaco a:
a- Cree que estoy como una cabra .
b- Se ha pasado con los cubatas.
c- Ambas respuestas son correctas.
A las 7 en punto arranca la cuadrilla de la muerte hacia la costa. Al llegar aún es de noche y nos encontramos con otros dos compañeros (en total fuimos 6). Despues de varias propuestas nos decidimos por probar una zona nueva.
El mar está calmado , el agua está a buena temperatura (mi reloj marcó 15.9 a 7m) pero la visibilidad no es muy buena. Me desmarco un poco de los compañeros buscando una zona cómoda y a las 4 o 5 bajadas empiezo a ver movimiento de lubinas. En una de ellas creo ver una enorme cabeza en la laminaria pero con tan mala suerte que la tengo de frente, pega un coletazo y... hasta luego Lucas... Prosigo con la pesca y al poco rato veo tres lubinas de buen tamaño. Dos de ellas me sienten y se van pero me da tiempo de zurrarle a la tercera que se convierte en la primera pieza del día.
Después de esto encuentro una zona de cuevas y veo una grande que está vacía... al rodearla me llevo la sorpresa de ver varios sargos por fuera pero no me dan tiempo para tirar...
En otra de las cuevas encuentro otro grupo de sargos... apunto... disparo y... ¡menuda cagada!
Después de varios fallos incomprensibles y con varias piezas en el pincha (pintos, pulpo, corrubelo...) empiezo a acusar el cansancio y empiezo a pensar en la retirada. En la última bajada distingo un sargo solitario en la laminaria, poco a poco comienzo a posicionar el fusil y, justo cuando voy a disparar, noto que algo pasa un metro por encima del sargo y que es grande. Levanto el fusil y: ZAS! Pepinazo que te crió...
En el momento no distingo si he acertado por las algas pero de repente ya noto la tensión en el nylon. Nado hacia el y lo agarro por las agallas como si me fuera la vida en ello: ¡Creo que es una de las sensaciones más intensas que he tenido en mi vida!
Con el robalo en el pincha me doy por satisfecho y me salgo. Al rato sale un compañero con otra como la mía y luego otro con varias lubinas de muy buena pinta.
El viaje de retorno es inolvidable comentando la pesca y hartándonos de reir con las anécdotas de Gerardo... en fin... ¿qué más se puede pedir para terminar el mes de Agosto?
P.D. Perdón por el tostón pero teneis que comprender...