Un horizonte con menos flota, conservacionista y con derechos individuales en vez de cuotas de pesca
La primera piedra de la política marítima del siglo XXI
Autor: Espe Abuín Fecha de publicación: 16/9/2009
¿Cómo se puede pescar, ganar dinero y crear empleo, preservar las especies pesqueras y no dañar el medio marino? En eso están autoridades pesqueras, empresarios, científicos y ecologistas que ayer se reunieron en Baiona en el marco de la primera cumbre sobre sostenibilidad pesquera, un foro que su propia mentora, la ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, Elena Espinosa, definió como í‚«una tormenta de ideasí‚» de la que tiene que salir í‚«una nueva política pesquera internacionalí‚» que encuentre el equilibrio entre los problemas estructurales, los recursos y los ecosistemas vulnerables.
De momento, la empresa se asemeja a la búsqueda de la cuadratura del círculo y la propia Espinosa lo sabe: í‚«Escucharemos argumentos, opiniones y puntos de vista diferentes, polémicos y, a veces, contradictorios, en función del sector o el área geográfica de que se trateí‚». Pero lo cierto es que hoy ya no se puede plantear la actividad pesquera sin la clave de la sostenibilidad, sin pensar en la preservación de los recursos y de espaldas a un uso responsable de los océanos.
No lo dudan los científicos, que ya abogan por el enfoque del ecosistema en las pesquerías. Ni tampoco los empresarios del sector, que saben que tiene que haber en el mar peces suficientes para que la actividad sea rentable. Ahora bien, hay que tener en cuenta que la pesca es solo una de las actividades que impactan en el medio marino. Están otras como el transporte marítimo, la acuicultura, el aprovechamiento petrolífero, la energía eólica... y la pesca, de ahí la necesidad de aplicar un enfoque del ecosistema a la gestión pesquera.
Conclusiones
Esa es la primera de las conclusiones de la cumbre, en las que también se reconoce el esfuerzo realizado por el sector en todo el mundo para aplicar ese enfoque. Se hace cuando se establecen reservas marinas y áreas protegidas o se desarrollan artes de pesca selectivas.
A esos primeros pasos tienen que seguir otros más. Según los participantes en la cumbre, alcanzar la sostenibilidad requiere otras medidas, entre las que destaca la necesidad de eliminar la sobrecapacidad de la flota y reducir el esfuerzo pesquero, al tiempo que se mantiene el principio de precaución, ese que postula que ante cualquier duda sobre la situación del stock debe imperar la medida más conservacionista. Eso sí, el compromiso también pasa por mejorar el conocimiento científico para poder emplear datos más precisos en la gestión de las pesquerías. La declaración -a la que se retiró la mención í‚«de Vigoí‚»- abre la puerta a la gestión basada en los derechos de pesca individuales, preservando siempre la pesca local, y apuesta por el ecoetiquetado, al tiempo que reclama acciones efectivas contra la pesca ilegal.
¿Un brindis al sol? Como primera cumbre que es, ni los organizadores confían en solucionar ya todos los problemas, pero sí están esperanzados en que esta declaración suponga un punto de partida para pactar una nueva orientación global que dibuje la política marítima del siglo XXI.
