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La situación del furtivismo en Galicia se agrava
« en: 19 de Octubre de 2009, 02:25:25 pm »
LA CRISIS INCREMENTA EL MARISQUEO ILEGAL 
Los furtivos, cada vez más equipados, desafían a los vigilantes marisqueros
Los guardapescas que actúan en las zonas con mayor presencia de mariscadores ilegales sufren insultos y acoso
El paro dispara las prácticas ilícitas en las rías del norte de A Coruña y en la comarca de Arousa norte

Autor:  María Cedrón Fecha de publicación:    19/10/2009

í‚«Antes podían vir dous ou tres ranas [buceadores] que non tiñan carné ao marisco á ría. Viñan de cando en vez. Pero hai tres ou catro meses pode haber, fácil, en torno a unha quincena que veñen de forma habitualí‚». El patrón mayor de la cofradía de Ferrol, José Luis Estévez, utiliza ese ejemplo para describir cómo los bancos marisqueros de la comunidad tienen que hacer frente a la creciente presencia de grupos de furtivos, cada vez más profesionalizados, que amenazan con esquilmar el litoral. El alza del paro, ganar un dinero fácil o tratar de buscar liquidez para sufragar las salidas nocturnas o una dosis de droga son algunas de las razones del repunte.

A falta de cifras concretas sobre la actuación de los ilegales, el único dato que puede dar una idea de lo que supone el furtivismo en Galicia es el volumen de producto del mar decomisado por los guardacostas. Las incautaciones realizadas por la Xunta desde principios de junio, cuando comenzó el plan de control de esta práctica, alcanzaron 23.270,7 kilos de producto, que supone un 44% del total confiscado en el 2008.

El patrón mayor de Cabo de Cruz, Carmelo Vidal, atribuye ese aumento, en parte, al alza actual del desempleo. í‚«Ao non haber traballo van á praia. Para quitar ás veces 200 euros non fai falla moitoí‚», explica. Basta con repasar las estadísticas para comprobar que, por ejemplo, en el área en la que están incluidos los ayuntamientos de Boiro, A Pobra, Rianxo y Ribeira se contabilizaron, durante el pasado mes de septiembre, 973 parados más que el mismo mes del año anterior, según los datos que maneja la Consellería de Traballo.

Pero el verdadero peligro, según apunta el presidente de la Federación Galega de Confrarías, Benito González, está en los ilegales que tienen ya una infraestructura. í‚«Hai quen podía buscar un emprego, pero fan desto un oficio. Mercan lanchas, traxes... Non van marchar, van volverí‚», comenta.

Eso es lo que sufren ya cada día en A Coruña, donde la falta de producto obligó a paralizar, en el mes de enero, la recogida de percebe. í‚«Paramos para tratar de regenerar el litoral, pero los furtivos continúan actuando. Como esto continúe, tendremos que acabar metiéndonos también nosotros a furtivos, porque van cuando les apeteceí‚», explicaba un percebeiro de la zona. Fuentes de la cofradía coruñesa, basándose en los datos recabados por sus vigilantes, estiman que actualmente hay en torno a unos 120 ilegales que trabajan al percebe. Tienen motores rápidos con los que que esquivan a los vigilantes y han hecho de esta actividad ilegal un trabajo. Legales se cuentan en torno a 70.

Conflicto

El aumento de ilegales parece pues haberse asentado en el litoral norte de A Coruña y en la comarca de Arousa norte. Es en esas zonas donde la histórica guerra abierta entre furtivos y vigilantes tiene sus puntos negros. El último episodio fue la semana pasada en Cabo de Cruz, donde supuestamente unos furtivos arrojaron al agua el coche particular de un vigilante.

Pero esa batalla no es nueva. La propia Xunta reconoce que el conflicto es permanente. El problema es que, según apunta el subdirector de Guardacostas, Lino Sexto, í‚«cuando hay más furtivos hacen más fuerza y presióní‚». Por eso, ruedas pinchadas, insultos verbales, amenazas o coches rayados forman ya parte del día a día en el trabajo de los vigilantes.

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í‚«Rouban e, por riba, denúncianteí‚»

Los guardapescas reclaman la colaboración de la Policía Autonómica y de la Guardia Civil y denuncian la falta de potestad para hacerse respetar por los furtivos


Autor:    María CedrónFecha de publicación:    19/10/2009

A Luis, a veces, el día se le hace largo. Sobre todo cuando le tocan dos mareas en la misma jornada y hay que doblar turno. Hace quince años que trabaja como vigilante para la cofradía de Cabo de Cruz. La semana pasada, supuestamente, los furtivos tiraron el coche de un compañero al mar. No le sorprende. Ahí, un lugar en el que un 90% del vecindario vive de las bateas o del marisqueo, ha visto de todo. El conflicto entre vigilantes y furtivos es viejo. Es una contienda que es complicado parar porque, apunta, í‚«hai moito vicio e unha lei que non existe. Tería que haber unha maior colaboración da Policía Autonómica e da Garda Civil. Aos únicos que lles fan caso son aos da Autonómica, porque se fan respectarí‚».

A este veterano lo han amenazado con un hacha, le han roto la luna del todoterreno con una horquilla, le han pinchado las ruedas del coche patrulla con clavos prendidos en tablas que ocultan bajo la arena, y ya ni se acuerda de las veces que ha tenido que ir al juzgado por las denuncias de los furtivos. í‚«Este ano xa levo 17 xuízos. Pero todos gañados. Claro, quítaslles o marisco e, por riba, póñenche unha denuncia acusándote de que os maltrataches. Pódelos deter, pero non lles podes poñer unhas esposas. Entón, ¿con que os paras? ¿cunha corda?í‚», se pregunta.

Turno

El jueves fue uno de esos días largos. Desde la mañana temprano hasta las diez estuvo patrullando con su compañero Eduardo en uno de los tres todoterrenos que tiene la cofradía. Otros dos compañeros iban en otro coche. Son siete en total. Los tres restantes entrarían luego, en el turno de noche.

Hubo dos mareas en el día. La segunda comenzó en torno a las seis de la tarde. Una hora después, en la playa de O Chazo no se veía movimiento. íƒÅ¡nicamente había conchas de berberecho, madera para hacer bateas y alga. Mucha alga esparcida por el suelo. í‚«Esto non o veñen recollerí‚», explica en referencia a las algas que ahogan a los moluscos. El coche de vigilancia pone rumbo a otro arenal, va hacia el final de la playa de Barraña, en la desembocadura del río Coroño.

Agudizar la vista

El sol comienza a ocultarse por poniente. Hay que tener una vista aguda para percatarse de dónde están los furtivos. í‚«Alí entre aquelas rochas parece que hai uní‚», comenta Luis, enfocando con los prismáticos hacia el agua. Baja del coche y lo amonesta. í‚«¿A que andas aí?í‚», pregunta. í‚«Non levo nada, non levo nada. Teño unicamente cincuenta gramos que acabo de baixarí‚», responde el hombre, a la vez que abandona la playa todavía con el pantalón remangado. í‚«Agora marcha, pero despois aínda volveí‚», aclara el vigilante. Porque la historia suele repetirse.

La ruta continúa por las playas de la zona. Una falsa alarma y vuelta a la desembocadura del Coroño. Los vigilantes toman otra vez los prismáticos. No hay luna llena. La referencia que ejerce de guía es el reflejo de las farolas que destella sobre el agua. Van observando los movimientos, que todo esté en calma.

í‚«Alí parece que hai outros. Son tresí‚», apunta uno de los vigilantes. Uno lleva capucha para ocultarse. En principio, no descubren el coche, pero cuando lo hacen, echan a correr. Conocen perfectamente por dónde tienen que escapar. í‚«Non lles vin a cara, pero polo andar e a roupa coñézoosí‚», comenta un vigilante. El reloj se acerca a las diez de la noche. Es la hora del cambio de turno. Los vigilantes se dan cita en la lonja vieja. Allí está también Suso, al que el otro día le tiraron el vehículo al mar. í‚«Foi xusto no cambio de turno, aínda que pola mañáí‚», explica.

Tranquilidad

La noche parece tranquila. í‚«Non hai moito movemento porque o berberecho vai baratoí‚», comenta Carlos, otro de los vigilantes. Durante su recorrido nocturno no solo repasa las playas. También los caminos en los que acostumbran a esconder sus coches los furtivos. Porque suelen ser los mismos. í‚«Bueno, hai un tempo -cuenta- vimos que viña xente doutras zonas. Iban ao punto no que estaba o marisco. Era curioso porque aínda aos de aquí lles costaba dar coas zonas. Logo collimos a dúas rapazas que acabaron contando que un vixiante temporal, dos que veñen para reforzar no verán, era o que lles contaba onde estaba todoí‚».

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La Xunta ultima operativos especiales en algunas áreas para atajar el problema

Fecha de publicación:    19/10/2009


El auge del furtivismo ha puesto también en jaque a la Xunta. Tras evaluar los primeros resultados del Plan de Lucha contra el Furtivismo, puesto en marcha en junio, la Consellería do Mar ha tenido que volver a definir sus objetivos. Entre ellos, según explicó el subdirector de Guardacostas, Lino Sexto, está la puesta en marcha de operativos especiales con apoyo de cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado en determinadas rías.

Los puntos más conflictivos en este momento son los de O Burgo y Ferrol, donde, según comentó, hay asentados poblados chabolistas. í‚«Allí los furtivos suelen ser más conflictivos. Los echas y vuelven, los vuelves a echar, y vuelven. Con ellos no funcionan las medidas disuasoriasí‚», apuntó.

Otro de los objetivos es lograr un mayor número de agentes de la Policía Autonómica í‚«para tener adscrito un grupo fijo al Servizo de Guardacostasí‚», añadió. Junto a esas medidas, tal y como reclaman las cofradías, está lograr que el furtivismo sea tipificado como delito para poder atacar por vía penal al ilegal. La razón es que las multas acaban por no abonarse.

fuente : la voz de galicia
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