Los furtivos surten el mercado todo el año de productos en veda
Algunos restaurantes ofrecen fuera de carta a los clientes conocidos y de confianza marisco prohibido
Las cofradías reclaman un mayor control a los compradores de piezas capturadas ilegalmente
Autor: María Cedrón Fecha de publicación: 20/10/2009
Hacerse con unas centollas en octubre o con unas nécoras en enero no es complicado. No lo es, aunque el producto esté en veda. Los furtivos garantizan el abastecimiento de todo tipo de especies en cualquier época del año. La única salvedad es que no todo el mundo tiene acceso a las piezas, porque cada vez es mayor el temor a ser descubierto por los servicios de inspección. Hay que ser conocido o de confianza. í‚«Agora é complicado, porque cada vez hai máis vixilancia e tamén máis conciencia entre o sector. Aínda que hai de todo. Tes que coñecer moi ben á persoa para confiarteí‚», reconoce un pescador de la costa coruñesa que, cuando coincide, pone en el mercado producto prohibido.
Junto con los percebes -uno de los mariscos que sufre diariamente el ataque de los furtivos en toda la costa de A Coruña- hay otros, como las nécoras o los santiaguiños, a partir de enero, o ahora la centolla, que pueden conseguirse en cualquier momento. En muchos casos, son los propios pescadores con carné los que surten al mercado, tal y como reconocen en el sector.
í‚«íƒâ€° moi complicado acabar con todo esto. Vas ao polbo con nasa, pero en lugar de polbo éntrache santiaguiño cando está en veda. Podes comercializalo por uns cincuenta euros o kilo ou marchar para a casa sen nada, ¿que fas? Esa é a pregunta; claro, é complicadoí‚», argumenta ese mismo pescador. También vincula la actividad furtiva con la caída de las capturas en otras especies.
Pero no es el único que lleva a cabo la práctica. Fuentes de una cofradía pontevedresa también acabaron reconociendo que hay marineros que, cuando van a pescar otras especies, pueden toparse con ese producto en veda. í‚«Unha centola, claro que haií‚», explican.
Los mariscos acaban, a veces, en restaurantes o bares de la zona. Sucede en la Costa da Morte. Nunca figuran en la carta oficial, pero son ofrecidos a aquellos clientes de confianza, tal y como atestigua un hombre que comió marisco vedado en un local de la zona. Hay incluso los que muchas veces van a tiro fijo para degustar esos productos.
Inspecciones
Por esa razón, las cofradías reclaman un mayor control en los locales de hostelería o de los que compran el producto de los furtivos. El presidente de la Federación Galega de Confrarías, Benito González, comenta que hay que controlar a los furtivos que operan en la costa, aunque también hay que perseguir a aquellos que compran el producto, porque son estos últimos los que generan ese mercado paralelo. í‚«Hai que atallar aos compradores, porque o que non hai que permitir é que un restaurante merque produto que non se pode comercializarí‚». También recuerda cómo las inspecciones realizadas para buscar vieira acabaron teniendo su efecto en el sector. í‚«íƒâ€° unha especie que xa non é tan apreciada polo furtivo como era, porque estiveron controlando moitoí‚», apunta.
Por otra parte, fuentes del sector también constatan que son esos productos los más atractivos para los furtivos, porque son los que les aportan un mayor beneficio económico. El precio en el mercado negro es mucho mayor que el que pueden alcanzar almejas y berberechos, especies que recogen los furtivos que van a pie. En este último caso, es común que los ilegales que recolectan esas especies en áreas como la ría de O Burgo ofrezcan al volver del arenal su botín en los bares. A veces, incluso ya los han apalabrado antes de extraerlos.
Cotización
Los percebes es uno de los productos más atractivos para aquellos que ya han convertido esta práctica ilegal en un modo de vida. Lo que han invertido, explican desde el sector, es mucho en motores capaces de huir de las fuerzas del orden u equipos con calidad. Por ello, añaden, tienen que recoger unos productos que coticen para que les permitan amortizar todo eso.