El cerebro gijonés de í‚«Planet 51í‚»
Jorge Blanco, director de la película española más taquillera, confiesa su estrecha relación con la ciudad, donde comparte piso con su pareja en Montevil y tiene su club de pesca submarina
María IGLESIAS
El astronauta Chuck Bake, uno de los protagonistas de la película í‚«Planet 51í‚», pudo colonizar un planeta muy asturiano, y conocer a su compañero de fatigas Lem en í‚«un chigre con un culín de sidraí‚», de no ser porque í‚«fuera de España nadie lo entenderíaí‚». Jorge Blanco, director de í‚«Planet 51í‚» (junto con Javier Abad y Marcos Martínez) bromea así con el devenir asturiano de sus personajes, tras reconocer que a pesar de haber nacido en Madrid í‚«soy gijonés de los pies a la cabeza, eso que mi madre es de Oviedo...í‚».
La relación del director con Gijón llega gracias a su pareja, Susana Murcia, con quien viene a menudo a la ciudad, donde tienen una casa en Montevil. Además, Blanco es aficionado a la pesca submarina y socio del Club Apnea de Gijón. í‚«A menudo trabajábamos en la película desde casa, y muchas de las secuencias e ideas de "Planet 51" han nacido en Gijóní‚», reconoce el cineasta, quien considera í‚«un milagroí‚» haber accedido al mercado americano. í‚«Los americanos son muy proteccionistas con sus trabajos, por esa razón es tan complicado penetrar en un mercado internacionalí‚», asegura el creador de la película española con más presupuesto y más taquillera del momento. í‚«En España todavía estamos muy lejos de lo que se ha hecho en animación, jugamos en ligas pequeñasí‚», añade.
í‚«Planet 51í‚», un proyecto que le robó siete años de su vida, se planteó desde el principio como í‚«un éxitoí‚». í‚«Llevaba una inercia y un arranque brutal, pero esperamos que todavía le quede mucho recorridoí‚», cuenta. Con 55 millones de euros de presupuesto y los guionistas de í‚«Shrekí‚», la película está pendiente de estrenarse en medio mundo, ya que se ha distribuido por 170 países. í‚«Tuvimos que hacer un formato de animación globalizado, pensando en que se iba a distribuir por EE UU, Francia, Italia, etcétera, así que recurrimos a los estereotiposí‚», explica el director.
De esta forma, pensaron en una invasión alienígena, í‚«pero al revésí‚». í‚«En nuestro ideario asumimos que el primer astronauta fue americano, y ellos fueron los que instauraron el término alien, por esta razón la película tiene una estética tan americana. De la misma forma que cuando Pixar hace una película sobre cocina la ambienta en Franciaí‚», aclaró.
El handicap de la animación es, según Blanco, el presupuesto. í‚«Puedes hacer películas muy buenas con poco dinero, pero con la animación no puedes hacer una película medianaí‚», asegura. í‚«En España tenemos un talento brutal, basta con buscar historias que interesen al público real, el problema es que hay que hacer un esfuerzo económico muy grande si se quiere calidadí‚», reconoce Blanco, quien dice mantenerse ajeno de los problemas que rodean a la industria del cine: í‚«Yo vivo en mi mundo frikií‚», confiesa.
