Me levanto un poco tarde, como siempre, los madrugones de fin de semana sólo son justificables en verano. Miro la previsión meteorológica en el teletexto de la Tvg y apuestan por un día anubado con algún chubasco y viento norte-nordés medio flojo. Como las previsiones a veces pueden fallar busco una segunda opinión... miro por la ventana y sí, esta vez lo han clavado, además tenemos media marea bajando, vamos allá.
Cuando ya me iba veo en la cocina que alguien se ha ensañado con el jamón, han cortado sin criterio alguno dejando una superficie muy accidentada, como un paisaje dunar, incómodo de ver. No es un pata negra pero no se merece ese trato... Ya lo arreglaré, ahora me voy.
El agua parece clara, la visibilidad alcanza unos 5 metros desde superficie aunque se reduce mucho en el fondo. Se ve bastante vida menuda y pienso que hoy puede ser uno de esos días de ir a por "grandes capturas". Por qué no?
Es curioso observar como los peixes detectan tus intenciones y se muestran más tranquilos de lo habitual como si supieran que hoy no corren peligro. Mientras me dirijo a mis puestos voy avistando algún pinto, maragota, algún sargo, incluso algún abadejo pequeño, que huyen al descubrirme pero sin hacer un gran esfuerzo, como si no les fuera la vida en ello, se limitan a mantener una distancia aparentemente prudente.
Llego al primer puesto, son unos bajos cubiertos de laminaria, en un fondo de unos 6 metros, donde con la marea baja se puede alcanzar la parte superior de los tallos, lo que me permite explorar la zona desde superficie casi sin necesidad de aletear. Voy avanzando y veo que algo se mueve a la izquierda, encaro el fusil hacia allí, bajo mi cara veo lo que parece el morro de una lisa bien grande; esta emprende la huida de inmediato revelando que el verdadero propietario de ese morro era un sargo enorme, masivo, y no pude hacer nada más que ver como se marchaba para no volver... Al menos me ha dado tiempo a verlo bien. No es fácil poner uno de estos ejemplares a tiro, pero cuando se consigue, lo difícil es no acertar, aunque se ponga de canto. El premio estaba ahí pero no pudo ser...
Vuelvo la vista a la izquierda, a donde estaba apuntando, y efectivamente, había otro sargo. Este se queda en el hilo, pero no es lo mismo... se ajusta exactamente a la definición de sargo kilero.
Pruebo suerte en una zona un poco más profunda con una serie de acechos donde se acercan en varias ocasiones un grupo de sargos medianos, pero no es lo mismo...
De vuelta a casa, acompañado de una coca cola y unas rebanadas de pan, le hago un escáner al jamón para examinar bien su estructura y, con el debido respeto, me dispongo a dejarlo bien nivelado y equilibrado. Como me va a llevar un buen rato, aprovecho para ir pensando en como voy a contar la historia de hoy, a ver que sale....
La salida dominguera en la zona de reserva la saldamos con un pinto de 1720 gr, un par de chopos y un ratillo entretenido practicando acechos con el agua bastante clara.
A la vuelta la nortada pegaba de lleno en la pista donde había dejado el coche, así que guardo todo en el maletero y voy a cambiarme detras de una gran roca que hay un poco más adelante que hace de parapeto. Envuelvo el traje, escarpines y chanclas con la toalla. Cuando ya llegaba al choche se oye como arranca un vehículo, eran los vigilantes de la cofradía que se dirigían a mi posición mirando con intriga ese bulto sospechoso que llevaba. Lo dejo caer al lado del maletero mientras voy sacando lentamente la chaqueta, el pantalón... al tiempo que pasan al lado, saludan y se van mostrando una pícara sonrisa, aunque no tanto como la mía...
