Domingo 06/03,
En el camino de vuelta, la ida no había resultado como esperaba, y asumido ya un nuevo capote, vuelvo a concentrarme al ver la cola de un espárido que huye en una zona que no es de sargos.
Estoy en una zona de piedra baja con correas y avanzo lentamente mirando a ambos lados. Detras de una pieza un poco más alta aparece otro ejemplar que inicia la huida despacio pero con decisión. Consigo apuntar y, aunque ya está un poco alejado, disparo.
La pieza se mete entre las algas y no para de moverse, el tiro seguramente ha sido malo, y decido asegurarla con las manos antes de que se rompa.
Aunque no tiene un tamaño excepcional, es una especie que me gusta especialmente, su simple avistamiento ya me da motivación suficiente para seguir intentándolo durante una buena temporada.