Esta semana pasada hicimos un viaje de pesca en serio a una región donde la pesca suele ser seria en nuestro país. Uno de esos viajes que dejan una huella reconfortante por la compañía, los escenarios, la pesca y las vivencias. íƒÆ’í†â€™íƒâ€ší‚Âbamos íƒÂngel y yo como parte íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“orientalíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚ del equipo (íƒÂngel como capitán, que nadie conoce mejor que él la zona y cómo debe pescarse por allí), y tres amigos de Caracas como parte íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“capitalinaíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚ invitada (un gran amigo y tremendo pescador, René, con dos de sus discípulos: Guillermo y Néstor).
Pasamos tres días pescando en nuestra zona extrema de costumbre, Paria, con agua turbia en algunos lugares y más o menos buena en otros, y casi siempre con corrientesíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚¦ Aun así todos nos fuimos contentos con las capturas que se nos dieron y con las que no se nos dieroníƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚¦
1er. día.En el primer día nos llevamos la sorpresa de un agua inesperadamente fría y turbia en los mejores lugares. Debería estar clara para la época pero no fue así. Andamos un poco en la barca o "peñero" y fueron saliendo algunas capturas salteadas, como este buen mero aguají (Mycteroperca bonaci) que pude divisar entre las sombras antes que él a mí y que se llevó un tiro franco con el que lo dejé en nockout.
Esta es una de las piezas verdaderamente trofeo del trópico, por lo exquisito de la carne y por el mimetismo, inteligencia y fortaleza del animal. En esta zona, por alguna razón que desconocemos, no crecen tanto, pero en el centro y occidente del país se consiguen a veces verdaderos monstruos marinos de 40 o más kilos, como los que sacan usualmente a mucha agua la gente que va a Los Monjes.
Finalizando el primer día íƒÂngel y René estuvieron revisando una de las mejores piedras de la región, en las que el agua estaba muy turbia y con una gran corriente, pero en la que también había un cardumen de nuestras piezas más codiciadas, los pargos "guasinucos" o cuberas (Lutjanus cyanopterus). íƒÂngel pudo hacerse con dos bellos animales.
El más grande de éstos con un tiro en la cola, que fue lo que el pez le ofreció durante el transcurso de la bajada y con estos bichos no se puede dudar, se tienen milésimas de segundo en las que el pez da apenas una oportunidad de tiro y hay que tener suficientes reflejos y a la vez actuar con calma y mente fría para no espantar al bicho y poder aprovechar esa oportunidad tan corta de tiro efectivo. Al final el tiro resultó excelente porque el bicho fue embarcado, pero debe haberle dado una pelea de los mil cojones para subirlo y no dejar que se enroque. René también pescó uno en esas piedras:
Ese guasinuco de René, por cierto, sí que estaba raro, con una cara más parecida a la de un espárido por ese morro óseo como los pargos machos que pescan por el estrecho y canarias, algo así como un mutante o un híbridoíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚¦ Antes René ya había pescado otro guasinuco no mutante en otras piedras, el cual desafortunadamente no fotografiamos.
2do. díaAl segundo día nos desplazamos bastante en busca de unas mejores condiciones. Las conseguimos, pero también conseguimos otro íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“peñeroíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚ con otro equipo de pescasubs de lugareños, que había llegado antes al lugar y que ya habían embarcado un mero guasa (Epinephelus itajara) de 20 kilos!!! No pescamos mucho por esa región, sólo Guillermo tuvo la suerte de cruzarse con el cardumen de íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“blanquillasíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚ o íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“cojinúas amarillasíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚ (Carangoides bartholomaei) y pilló una muy buena de unos 8 kilos, luego de una buena espera en las que no las puso ariscas sino que pudo apreciar toda la majestuosidad de estos animales:
Mas tarde íƒÂngel y yo descubrimos unas piedras nuevas más o menos a 20 m de profundidad y embarcamos un cebadalote de cinco kilos cada uno, luego de caídas y tiros como manda el libreto.
La zona es tan extensa que a cada rato nos pasa eso: nadando por fuera en la busca de cebadales o meros uno descubre nuevos lugares que nadie aparentemente conoce y que van quedando en el archivo mental de marcas y señas. Cuando todo sale mal en los lugares reconocidamente buenos están estas "despensas" secretas que a veces salvan las campañas.
Pero quien la pegó del techo ese día, sin duda, fue René, que pescó un mero guasa de 36 kilos en unas piedras que le había indicado íƒÂngel (sin foto, desgraciadamente). Menos mal que llevábamos una caja térmica de 150 litros porque sino habría sido un gran problema el enhielado de ese animal. René también pilló otro cebadalote en otras piedras:
En la foto no se ve grande, pero ese cebadal pesó 6 kilos y era un animal precioso. El tiro, como se ve, fue in extremis.
Finalizando el día íƒÂngel y yo revisamos unas piedras por fuera y conseguimos buenas piezas. íƒÂngel mató un mero aguají muy grande (8 kilos) que tuvimos la osadía de no fotografiar por descuido y yo embarqué este pargo gallo (Lacholianus maximus) de 4 kilos, con el Asso mambizado por cierto:
Lo conseguí al final de una pared de piedra que termina a 20 m, nadando sobre la arena. Como le caí casi encima sin notarlo (a profundidades serias para mí bajó sin ver el fondo) lo espanté y el tiro fue de lejos mientras huía. Pero la norma con estos peces es que casi siempre se suiciden por lo confiados que son y los tiros suelen ser buenos. Esta pieza, para la región es resaltante, porque aun cuando hay muchísimos pargos gallos por ahí nunca los habíamos visto que pasaran del kilo y de hecho llegamos a pensar que los pargos gallos de Paria fueran otra especie. No se tiene noticia de un animal de estos de ese tamaño por allá.
3er. día El tercer día comenzó muy, muy bien. Revisamos unas piedras guasinuqueras y la suerte quiso que fuese yo quien diese con estos animalotes. Estuvieron primero íƒÂngel y René revisando el lugar, pero no vieron nada. Yo estuve por fuera acompañando a Guillermo en la busca de pelágicos. Luego le pedí al lanchero que nos llevara hasta allá y en una primera bajada vi tres de estos bichos que no me dieron tiroíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚¦ Ya en la segunda bajada vi sólo a uno y pude hacer todo bien y darle un buen pepinazo a este ejemplar:
Después del arponazo el bicho se metió en las piedras pero ahí me fajé yo a halarlo a lo bestia y tras una buena lucha con las tsunami lo saqué de las piedras y ya llegó a la superficie dominado. Néstor, que hasta ahora no había hecho una gran captura, aprovechó la suerte que luego de ese disparo espanté los guasinucos a la orilla y pudo pillar uno. Ya al día anterior yo también había pillado otro guasinuco pequeño en la orilla en esas mismas piedras. En esta foto sale Néstor con su guasinuco y René con una de las dos barracudas que abatió en la campaña, una de las buenas de 10 kilos.
Guillermo casi se dedicó exclusivamente a la pesca de pelágicosíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚¦ Lo dejábamnos en el azul y el siempre embarcaba su boya con una buena sarta de carites (Scomberomorus braziliensis) como estos:
Estos peces son una delicia y casi todas las noches cenamos con ellos. Bautizamos a Guillermo el íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“mata cariteíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚ por la pericia que mostró con estos bichitos. Un fenómeno. Yo erré o desgarré un montón de estos peces.
En lo que sí me fue muy bien ese día fue con los pargos aguadera (Lutjanus jocu). Primero, a muy poca agua di con un ejemplar majestuoso y pude pillarlo sin problemas luego de un tiro que le quebró la espina:
Pero finalizando el día conseguí las aguaderas en unas piedras que me había indicado íƒÂngel y pesqué siete de estos pargos, todos muy buenos, tras hacerles esperas y acechos cerca de las bocas de la cuevas donde se metían y salía. Por suerte, todos esos pargos se dieron con tiros buenos y una sola vuelta de nylon, y no llegaron a enrocarme la flecha. En definitiva, un pescón al que pocas veces el mar le da a uno la oportunidad.
íƒÂngel pilló aguaderas buenas también, como esta:
Y la última captura memorable de la campaña la hizo íƒÂngel en una de las piedras más hondas que conocemos por ahí. Estábamos él y yo uno al lado del otro porque a 20 metros o más nos cuidamos mutuamente (a menos agua, debo reconocerlo, cada quien va por su lado y muchas veces pescamos completamente solos) y había una gran cantidad (cientos) de lo que nosotros llamamos íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“paguarasíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚ (Chaetodipterus faber), un tipo de pez herbívoro que parece una bandeja plateada y que es muy tonto que usualmente no pescamos y que más bien nos molesta o nos dificulta la captura por lo abundante (sobre los picos buenos hay literalmente paredes de estos bichos). Lo cierto es que estuvimos entre los dos acechando a un guasinuco y yo casi le tiro en una de mis bajadas, sino hubiese sido por las paguaras que me chocaron con el fusil justo cuando lo apuntaba. Al final, en otra bajada íƒÂngel lo tenía al frente pero tapado por las paguaras, y sin verlo le tiró de carambola a través de éstas dándole en una aleta. Después de una lucha muy buena el animal se dio y cerró la campaña con broche de oro:
Además de estas capturas, cayeron muchas piezas de las buenas así como piezas que usualmente no fotografiamos (salvo que sean muy grandes) como jureles, pámpanos, corocoros y un largo, etc. Al llegar a Cumaná teníamos un festín de pescado, aun cuando le regalamos a los lugareños gran parte de la pesca.
En fin, fue una salida (o tres salidas) de pesca entre amigos como Dios manda y el mar supo gratificarnos con grandes momentos. Ojalá vengan más como esas!!!
Saludos cordiales,
Alexis
