Sábado 13/08/2011
Por diversas circunstancias llevaba ya un tiempo sin salir a pescar, y ya tocaba.
El mar se ve muy calmado y por un momento pienso que podría ser buena idea ir a una zona más expuesta, pero la descarto al recordar que estamos en pleno agosto, con las retenciones kilométricas que provocan los playistas y las dificultades para aparcar a una distancia razonable de la zona de pesca, que hacen que esta opción pierda todo su atractivo. Evidentemente estas incomodidades se podrían sortear madrugando pero ya es un poco tarde para esto.
Finalmente decido quedarme en una zona cercana, tiene una microplaya rodeada de rocas por donde se puede entrar y salir del agua con comodidad, y hasta los 10 m de profundidad predomina un fondo de piedra plagado de laminaria excesivamente crecida ahora. Existen relativamente pocas cuevas donde por algún motivo nunca se refugia el pescado, sin embargo entre la laminaria se puede encontrar algún sargo de buen tamaño, normalmente ejemplares solitarios aunque también se puede ver algún grupo de pocos individuos.
El agua está fresquita y excepcionalmente clara, se alcanza a ver perfectamente algo más de cinco metros, y la luz que proporciona el sol en la vertical ayuda a buscar entre la laminaria encadenando una serie de acechos cortos mirando con atención en las sombras. Así ocurren varios lances donde consigo ver algunos sargos que habilmente me dan esquinazo y desaparecen.
Afortunadamente, como en las mejores familias, también había uno un poco menos avispado...
