Eso dice una canción de uno de los artistas que a mi más me gustan, Diego El Cigala.
Y de ese color es el pez que logré sacar hace unas semanas, es la pieza más destacable de lo que llevamos de otoño, ha caído algún robalo también, a ver si empiezo a ver los gordos.
Del lance del Bocinegro, poco que contar, una zona que conozco, arena y piedras, veo un borriquete comiendo en la arena, y una sombra oscura que atraviesa un arrecife por encima, casi distingo lo que es, aunque a primera vista pensé que se trataba de una urta, me quito el tubo, cuando hago caídas a peces tan desconfiados como este, siempre lo hago, para no asustarlo con las burbujas. El fondo es de unos 12 metros, el agua está clara, demasiado clara para mi. Pero por probar, empiezo a caerle muy muy lentamente, sin moverme, él está nadando lento también, entre el límite de arena y piedra, ha cambiado su color y ahora va a rayas, es típico de ellos cuando entran en arena, al menos yo casi siempre los veo así.
La caída, lenta, se hace eterna, pero ansiosa, pues el pez se ha quedado quieto, pegado al arrecife intentando hacerme creer que forma parte de la roca, pero lo he visto, y hacia él sigo. Encarándolo en todo momento, a menos de 2 metros de él, disparo y pum, la varilla entra por donde quería y le sale justo por el ojo derecho, el tiro es muy bueno aunque no logra que el pez intente huir, es admirable la fuerza y la raza que tienen estos animales. Su lucha, lógicamente, es en vano y poco después lo tengo abrazado, en mi regazo, contemplando a un pez tan precioso, sin aun creerme que con el agua tan clara haya sido capaz de esa captura. Lo cierto es que, este año he cogido varios pargos de buen tamaño, casi todos a la caída y de una forma muy parecida.
Os dejo algunas imágenes del animal en cuestión.
Saludos
