Llevo tiempo intentando grabar la captura de un lila. Pescarlos me resulta muy complicado, pero además grabarlo
es como las siete tareas de Hércules.
El otro día me metí en uno de mis hot points con intención de pillar algún diablo violeta. Nada más meternos, en la primera bajada, el compañero me dice que ha fallado uno bueno, de unos 5 kg, dentro de la cala desde donde entramos. No sé si salirme y pirarme para casa...
Empiezo a hacer bajadas y se ve muchísima morralla: bogas, jureles (chicharros), caballas (verdeles)... Una explosión de vida. Las imágenes son realmente espectaculares cuando los bancos de peces me rodean. Pero no veo ningún pez interesante, nada disparable, ni sargos...
Me acerco un poco más a la costa (hay bastante mar de fondo) y hago una esperita a poca agua, cerca de una punta con corriente. Estoy bien escondido pero demasiado retrasado, la piedra continúa hacia delante y no veo lo que tengo debajo. Me asomo un poquito y de repente me entra a la velocidad del rayo desde abajo a la derecha.
Apunto y disparo de manera instintiva; ha sido un acto reflejo, sin tiempo a pensar. Me ha dado tiempo a ver que lleva el pijama a rayas y no la típica librea lila. Señal de que ha estado en zonas luminosas, cazando a poca agua.
Contra todo pronóstico, le he dado.
Pero algo no me cuadra. No he visto salir la varilla por el otro lado. Joder, no me lo puedo creer, voy a perderlo. Otra vez...
Dudo si bajar a por él, pero estoy sin aire y debo subir. Devano el hilo del carrete a mano, intentando no crear ni la más mínima tensión, aunque sé que es inútil porque se va a soltar al primer coletazo.
Sin embargo, observo atónito como el pez de desliza suavemente hacia el fondo con la tripa hacia arriba con la varilla aún clavada
. Tomo una bocanada de aire y me abalanzo sobre él como cuando llegas borracho de madrugada y han sobrado unos espaguetti de la comida
. Lo agarro tranquilamente de las agallas y lo subo a superficie ¡es mío!