Ala, que me vengo arriba!
La crónica de la jornada del día 22 de diciembre, sábado.
He quedado con Manolo, Adhes, me ha hecho madrugar como si fuéramos panaderos.
Me he levantado a las 5:30 para dejar al crío con el pañal cambiado y el bibe en el cuerpo y aguante durmiendo sólo.
Desayuno y después de preparar todas las cosas, todavía mojadas de ayer, cojo el coche para verme con él en Santa Pola, e ir juntos a Torrevieja.
De camino me toca esperar 10 minutillos a que limpien la carretera.
Ha habido un accidente y después de apartar el vehículo, hay que esperar a que vengan los de conservación.
Gracias a dios soy de los primeros en la fila, y tan pronto como limpian un lado, me dejan pasar.
*No hay ambulancias, por lo que el accidente no parece que revista gravedad, de todas formas, no entenderé nunca como hay tantos accidentes en estas carreteras tan llanas, será que se duermen o se despistan... *
Llego a la gasolinera donde hemos quedado.
Meto todas las cosas en su coche y vamos ya hacia Torrevieja.
De camino me cuenta un poco como está el tema con la pesca por estos lares y que hoy vamos a ir a por dentonacos!
Ya estaba yo dando palmas, con las ganas que les tengo a los vampiros.
Llegamos a la cala piteras, entramos al agua en cuanto amanece y Manolo empieza a tirar millas, sin parar un momento, hacia la zona donde quiere comenzar.
Yo de mientras le sigo un poco más rezagado mirando a un lado y a otro, viendo pescado y alguna zona muy bonita a poca agua.
Veo salmonetes, algún sargo mediano y mucha carnaza, pinta bien.
Pero Manolo sigue aleteando sin dar opción a que haga alguna picada.
Va en busca de una barra que queda más o menos a 200 o 300 metros de la orilla, a ojo de buen cubero.
Por fin nos acercamos a nuestro destino, frena un poco el avance en busca de indicios de la barra y yo aprovecho para hacer la primera picada e ir cogiendo fondo.
Bajo para ver lo que hay con una espera cortita, fijándome más en cómo es el fondo que en la espera misma, viendo mucha vida.
Tengo un salmonete de buen porte a un palmo, está tan tranquilo tomando los primeros rayos de sol, así que al término de la espera, lo pincho y subo para arriba.
Se lo enseño a Manolo y me dice que dejemos esos pescados para luego, que hay que ir a tope a por los depredadores y no conviene fastidiar la zona pinchando otras presas.
Así que amen a todo lo que diga el sabio de los dentones.
Por fin localiza la barra y empezamos a hacer esperas y acechos. Habrá una profundidad de unos 14m, más agua de lo que estoy acostumbrado, y no me siento cómodo, eso sí, si veo algo de pescado me relajo y lo disfruto.
Bajo para ver la tan esperada barra.
Vuelvo a subir y le digo que si realmente es aquí, que yo no veo piedra. Baja un poco y me lo confirma, que avanze unos metros hacia la derecha y que me zambulla.
Así hago y en cuando llego abajo, me quedo a las mismas, hay unas lascas achaparradas y algún montículo con poseídoneas.
Se lo cuento y dice que sí, que esa es la barra, así que reflexiono...yo venía pensando que una barra era una piedra o flisch de buen tamaño, vamos como en mi tierra.
Pero no, resulta que las barras aquí son chaparros y llenos de agujeros.
En fin, seguimos haciendo acechos y esperas e intento aplicar los consejos que me ha dado.
Voy buscando sitios donde quede resguardado, aunque no tenga visibilidad. Me cuesta hacerlo bien, desde la superficie no se ve el fondo, por lo que cuando bajo no estoy donde quiero, y me toca desplazarme un trozo demasiado grande para mi gusto.
Llevamos así unos 2'5h y salvo un par de dentones pequeños, no he visto absolutamente nada.
Ya me he cansado de estas cotas, me acerco a Manolo para ver cómo le va y si puedo, aprender algo viéndole pescar.
Cuando nos juntamos, me dice que acaba de ver un abadejo que se ha escondido en una piedra, por si quiero pincharlo que seguirá allí.
Yo accedo y empiezo a sumergirme, pero a los pocos metros el seno derecho me da un pinchazo terrible así que aborto.
Le digo a Manolo que baje él, que a mi me duele, así que baja en pos del abadejo, si bien no muy grande, al no tener ninguna pieza todavía, se puede coger para no terminar el día con una porra.
Hace un par de picadas y lo vuelve a localizar.
Le presto mi oscuro del 85, para que tire al agujero, me había dicho que tenía ganas de probar un fusil oscuro, mejor oportunidad que esta?
Vuelve a bajar y cuando se distrae un poco con un pez hermoso en la distancia, le sale el abadejo por el lado en busca de otro refugio. Dispara intuitivamente y falla.
Supongo que si fuera su fusil no lo hubiera fallado...
Hace unas cuantas picadas más pero el abadejo ha desaparecido.
Llevamos ya unas cuantas horas encima, así que decidimos ir poco a poco acercándonos a la orilla, donde a pesar de haber otro par de pescadores, esperamos coger algo.
De camino a la orilla intento hacer un par de picadas, pero no puedo con el dolor del seno, que además se le suma el no poder compensar el oído izquierdo. Intento hacer una buena limpieza de senos con el agua de mar, como de ha sugerido Manolo.
Me sale sangre y sigo sangrando un poco por la nariz.
Me ha aliviado el dolor del seno, pero sigo sin poder compensar por el oído izquierdo.
Lo del oído es algo que me suele pasar cuando hago una jornada larga, o varias sucesivas sin algún día de descanso entre ellas.
Tengo pendiente una visita al otorrino...
Así, no puedo bajar más de 3 metros, por lo que voy directamente a la orilla.
Allí, Manolo se entretiene cogiendo cefalópodos para Navidad, consiguiendo una remesa. Yo de mientras, voy hacia la zona donde hemos entrado y he visto tanta vida.
Me da vergüenza salir sólo con un salmonete, con la poca cosa que parece, así que voy a por más.
No veo ninguno que entre en mis baremos, todos me parecen tan pequeños, que si no tienen por lo menos el tamaño de mi mano, ni les disparo, que poca cosa son...
Algo cansados ya, a las 13:15, salimos.
Salgo decepcionado y pensando que debería de haber asegurado primero el rancho antes de ir a por lo especial.
Aunque si hubiera caído algún denton, seguro que no hubiera pensado lo mismo.
Pero bueno, toca disfrutar de lo que hay, un sol espléndido, buena compañía y bonitas vistas.
Mientras nos estamos cambiando miro con anhelo el restaurante de la esquina, el Nautilus, con este tiempazo, el lugar donde está y con el estómago rugiendo.
Está lleno de guiris, como no, esos sí que saben vivir!
Por cierto, aún me acuerdo de la jaca que pasó mientras guardabamos las cosas en el coche. Entradita en años, pero espectacular, acompañado de un señor mayor, que seguro, a parte de labia, no tendría la cartera vacía precisamente
Pienso para mis adentros, que ya me puede tocar algún milloncejo en la loteria, que quitando lo de la mujer despampanante, ya tengo la mía, el poder ir cuando me salga de las pelotas a otro país a hacer el guiri, tiene que estar muy bien. Eso sí, dudo que sea mejor que venir a España...
Ale, otro tocho para el cuerpo!
P. D: No hay fotos del salmonete, ya he dicho que me daba vergüenza salir con eso.