Dedo nervioso.
Sigo.
Digo que 33 kilos de presión quizá afecten a la precisión de mi Cirano.
Conseguí arreglar el problema de la trabazón del gatillo con base a limar el sistema de retención, tanto el pistón como la uña del gatillo. Ya no se traba pero el disparo va duro (33 kilos).
Y quizás eso afecte a la puntería: creo que muevo la muñeca al disparar y eso me hace fallar tiros infallables.
Esa circunstancia y la claridad de las aguas me han hecho fallar mucho.
No es menos cierto que me he divertido en el sentido de como yo entiendo divertirme.
Yo voy a por "mi pez". Algún día he hecho porra y El día que más he pescado han sido 10 peces... De entre 2 y 25 kilos, pero todo "bon peixe";
Barracudas, bonitos (anjovas), sforcots (jurel negro), xereus (ojones), abadejos, lechas, algún atún...
Y una ballesta de 6 kilos!!!
Pero mis cagadas han sido monumentales.
Al cabo de 5 días de agua ya empezaba a controlar y a estar cómodo en el agua.
Mi ritmo a partir de ese momento era dos o tres días de agua y uno de descanso.
Y como hemos tenido unos días muy buenos (con coeficientes de marea muy bajos y con un cambio de luna que también ayudó) hemos podido a ir a zonas habitualmente muy bravas, normalmente muy castigadas por las olas.
Zonas de percebes de un tamaño obsceno... De peces tremendos...
Y de tiburones oceánicos.
De hecho en una ocasión fui atacado por dos. Fui atacado. Venían por mi.
Quizá ayudó que tenía la boya con unos peces... Pero no iban a por los peces.
Una de las situaciones más críticas de mi vida. A gritos los mantuve a raya hasta que llegué al barco...
Todo empezó con un xereu que tuve la suerte de arponear. Cuando el pez salió disparado (tendría 12 k) y yo subía frenando la salida de hilo del carrete, a unos cómodos 15 MTS, aparecieron como por arte de mágica dos morlacos que se papearon el pez en dos bocados: mitad para uno y mitad para otro. En dos segundos.
Me quedé a cuadros.
Uno era un maco, de tres metros...
Y el otro no lo he reconocido (y algo conozco), pero era enorme, con unas pectorales muy largas, y mucha distancia entre las aletas pectorales y la punta del hocico. Un pez soberbio, muy delgado para su longitud (más de 4 metros, enorme). Si no fuese por el tamaño y el color (este era gris), parecía un tiburón azul por lo esbelto.
Pues me acometían... Y yo con la boya cogida y nadando entre gritos hacia el barco.
Y sin cámara.
Sigo más adelante.