Después de seis jornadas seguidas saliendo de vacío, por fin llegó el día de la recompensa
. En una espera como otra cualquiera las bogas comenzaron a moverse con nerviosismo, unos segundos después apareció un medregal nadando derecho hacia mi y bastante rápido. Hizo un giro y pensé que no se pondría a tiro
pero tras dudar un segundo y viendo la trayectoria que llevaba decidí disparar apuntando justo en el morro debido a la velocidad que llevaba y a la distancia que había. La varilla impactó a mitad del cuerpo y un poco baja pero salió centrada por el otro lado, dándome la tranquilidad de no perderlo.