Una tarde del pasado verano quedamos a remojar las aletas con el amigo Aleix.
La cosa no pintaba nada bien ya que los días previos una fuerte termoclina sobre los -20m nos hacía preveer una jornada en "poca agua". Efectivamente fué así y guardamos el péndulo para otro día.
Contra todo prónostico la primera bajada nos regaló un bonito dento de más de 2 kg. Pero las bajadas empezaron a sucerderse sin ver un pez que mereciera la pena invitar a cenar.
A las 4 horas de empezar, Aleix consigue otro dentón. El honor está salvado. Seguimos un poco más ya que encontamos un punto con un banco de grandes dentones que se dedicaron a hacernos inyectar los ojos en sangre. No había manera de ponerlos a tiro. Enfrascado en nuestra insistencia de pronto las castañuelas se abren de golpe y los dentones se alejan. ¡Si no me he movido! ¿Qué narices he hecho mal? De pronto lo entiendo todo, me veo rodeado por un banco de unas 15 entre 10 y 15kg. Se ponen a nadar en espiral sobre mi cabeza. Menudo espectáculo. No me lo pienso y disparo a la primera que pasa por delante del fusil.
Al llegar a la superfície, doy el OK a Aleix y este sin preguntar, intuye perfectamente que hace falta, baja a rematar el pez. Con una sonrisa en la cara damos por concluída la jornada tras una sesión de fotos.
El paso breve por la mesa de montaje deja este resultado: