Agua dulce, Rota, 13 de Abril, las 9 y pico de la mañana. La marea aún no ha terminado de bajar, el día está soleado, el mar en calma y a primera vista no se antoja mal color.
La impaciencia por entrar en el agua, después de varios meses de secano, se hace patente en la prisa con que nos vestimos. Hoy salimos de infantería, mi compañero tiene el barco en marina seca. No podremos cambiar de zona.
La impaciencia se disipa en contacto con el mar. Nos vamos relajando a pesar de que la visibilidad es reducida. Da igual seguimos, las ganas de pescar pueden más.
Los pequeños arrecifes nos cierran el paso y tenemos que flanquearlos con cuidado, por encima. Cuando los dejamos atrás, no podemos ocultar nuestra decepción. El color del mar es peor de lo que creíamos. Siendo generoso un metro de visibilidad. Intentamos empero algunas esperas con el fusil de 60. Somos pescadores. Con el brazo estirado apenas vislumbramos la punta del arpón.
De repente, como anunciándonos que Poseidón no nos quiere hoy allí, el cielo se oscurece, se nubla y empieza a tomar cuerpo una niebla, salida de Dios sabe donde.
íƒÆ’í¢â‚¬Å¡íƒâ€š¡No me lo puedo creer! No creo que dure mucho, pero lo cierto, es que las construcciones a pie de playa son solo retazos tras la niebla. En estas condiciones nos concideramos vencidos y decidimos volver.
Tras desandar los arrecifes el agua aclara un poco, se puede ver a un metro y medio y remoloneamos en busca de algún lenguado despistado, flotando sobre un metro de agua.
Entonces en un ensueño, aparece. Moviéndose acompasadamente al ritmo de su cola pasa por debajo de mí, como si yo fuera un DCP(dispositivo concentrador de pescado). Muevo el dedo índice sobre el gatillo y despierto cuando noto el tirón que dá al ser alcanzada. La sonrisa me llega de oreja a oreja, una doradita de kilo y medio, calculo, practicamente en la orilla.
No ha sido una lucha épica, ni la captura desproporcionada, pero igual de emocionante ya que nos batíamos en retirada.
íƒÆ’í¢â‚¬Å¡íƒâ€š¡Hay que estar alerta hasta el final!
PD: No tengo foto y la dorada ya no existe. Os conformais con el relato. Saludos