Cambiar de fusil requiere que el cerebro readapte los parámetros del disparo al nuevo fusil. Da igual la precisión real que tuviera el anterior y la que tenga el nuevo. Sea como sea, un fusil es distinto del otro y requiere un tiempo de aclimatación. El tiro en garrafas o a dianas es bueno para 'aclimatarse' a un nuevo fusil y que el cerebro corrija los parámetros de la puntería.
Hay muchas variables que hacen distinto un fusil de otro:
1) la masa
2) la culata y su adaptación a la mano, que permite transmitir mejor o peor la fuerza que contrarresta el retroceso.
3) el disparador: su dureza y recorrido.
4) La fuerza de las gomas que dotará de un mayor o menor impulso a la flecha, lo que se traducirá en una mayor o menor reacción (retroceso).
5) La longitud. No es lo mismo sujetar un 90 que un 100.
6) La flotabilidad del fusil
7) Otros aspectos constructivos, que pueden ayudar a contrarrestar los retrocesos primarios y secundarios.