Caramba. Pasaron los meses buenos del año pasado y nada que iba al agua. Puede decirse que desde Los Monjes en junio del año pasado no ensartaba un condenado pez. Al fin terminé el kit mamba tovarichzado para flechas de 8 mm y nadaíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚¦ Me traje en enero un kit tovarich original de kara-yo y nada, tampocoíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚¦ Para colmo el fusil que le tenía destinado me jode un poco y aún no lo he montadoíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚¦ Más adelante, me llega por fin el fusil dentón de Abellán y nadaíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚¦ algo había que hacer, o lo que se iba a terminar de joder sentado frente a un escritorio era yo y no los equipos. Uno se va volviendo un estorbo si se descuida, así que no podía seguir declinando las invitaciones a pescar que a cada momento me hacía mi camarada íƒÂngel. Marco no sabe cuánto me jodía, durante esos largos días, su bendita firmita íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“un mal día de pesca siempre es mejor que un buen día de trabajoíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚Â. Lo peor es que ni siquiera los días de trabajo han sido buenos!
Desafortunadamente marzo no es la mejor época para matar la fiebre por aquí. Las aguas de marzo, a diferencia de la obra maestra de Antonio Carlos Jobim, suelen ser muy frías y revueltas para nosotros, pero en particular llenas de nutrientes que son la fiesta del fitoplancton y la agonía de la visibilidad. Y para colmo, donde iríamos (cerca de Cumaná, al íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€¦í¢â‚¬Å“Bajo de las CaracasíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚Â) no hay mucha probabilidad de conseguir una pesca decente por lo diezmado de la zona. Pero las esperanzas son lo último que se pierde, más aún si uno tiene juguetes nuevos.
Fuimos ahora y la cuaresma no nos perdonó. A cinco metros ni se veía el fondo, y el agua era de un verde antológico. Vistas las condiciones y lo largo del fusil dentón, me eché al agua primero con el neumático 115 cm tovarichzado, que es casi un palmo más corto. Comenzamos en unas piedras bajas que conocemos que es donde se concentran los parguetes o pargos dentones (los pequeños pero avispados Lutjanus griseus), generalmente metidos en unas rajas pequeñas. Vi sólo uno pequeño y espantado y no vi más nada decente, así que antes de descargar para subirme a la barca pensé en probar el fusil con un loro verde (Scarus viride), que son muy buenos si se saben preparar (en especial rellenos a la barbacoa y forrados en hojas de banana). Hice una esperilla y me entro uno que estuvo nadando un tiempo a unos metros al frente. Le apunté y zas!!! Bicho al nylon, muerto en el acto. Pesca sin emoción, más bien un oficio, aunque quedaba la satisfacción de confirmar que el fusil funcionaba perfectamente, con muy poco ruido, retroceso y todo eso, y aunque está con poco aire, es ya perfecto para una acción de pesca convencional. Esta variante tovarich sin duda es lo mejor que he probado en neumáticos y aún me falta probar el kit de Ramón para flechas de 7 mm que debe ir sobradamente mejor. Estos fusiles, en los Monjes o en Paria, van a dar mucho de sí, pensaba, mientras me iba a la barca, donde ya estaba íƒÂngel que tampoco había visto nada. Levamos ancla y recogimos a un chaval que fue con nosotros y que está aprendiendo.
En otro sitio que revisamos, lo mismo, el agua malísima (aunque a partir de los 15 metros se ponía mejor un poco mejor) y cero pesca. íƒÆ’í†â€™íƒâ€¦¡nicamente me pasaron unas cojinúas (Caranx crysos) y les bajé para intentar pillar una a media agua. Estuve bastante rato esperando apuntar bien a una y zas!!!, de nuevo para el nylon, en otra acción de oficio. Me quedaba el consuelo de que este pescado, aunque pequeño, es mucho más sabroso que los loros. Ya en la barca, íƒÂngel tampoco había visto nada y el chaval había matado un loro y estaba contentísimo (esta era su cuarta salida de pesca).
Nos fuimos a las marcas más hondas a ver si se ponía mejor la cosa en el fondo y si había pescado serio. Bajé yo de primero y lo que me conseguí fue desolador, después de un turbio a media agua el agua se ponía mejor en visibilidad, pero infelizmente las piedras estaban forradas de misidáceos (unos crustáceos planctónicos que tapan todo) y además no se veía movimiento de pescado, ni siquiera de carnada. Nos fuimos entonces a procurar un agua tal vez más limpia en la parte protegida de la región, en la costa cerca de "Playa Colorada" (los amigos venezolanos deben conocer eso por ahí).
Por ahí el agua, en efecto, estaba mejor en el fondo. Pero fuimos visitando los lugares conocidos y no había nada de pesca. Finalizando ya decidí a meterme con el fusil Dentón para probarlo en un último sitio. Lo armé primero con una sola goma y tiré en la superficie para ir preparando el mecanismoíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚¦ Me he quedado sorprendido de las prestaciones del juguete. Hice unos tiros más con las dos gomas y definitivamente me di cuenta que el fusil es otra cosa, algo que no había probado nunca en el mundo de las gomas.
Ese punto hacía años que no los revisábamos y antiguamente por allí siempre se sacaban buenos pargos. Baja primero íƒÂngel para ver si tiene suerte y puede dar con un bicho bueno. Veo que sube al rato sin ver nada. Nos movemos un poco y me toca bajar a mí. Esas piedras están a 20 metros y con esa agua ni se sueña con verlas desde arriba. De manera que si uno cae en la arena en un completo fastidio y prácticamente hay que abortar la inmersión, más aún en mis precarias condiciones. Me preparo y comienzo la bajada. Voy viendo como el amarillo se hace más amarillo y cada vez hay menos luz y el agua se torna más fría. Cuando el amarillo no puede ser más amarillo por la poca luz y ya es marrón, comienzan a aparecer las sombras de las piedras y se pone mejor de visibilidad. Debo seguir bajando, que faltan unos metros y ya cerca de las piedras me dejo caer sin aletear y me poso. Apenas veo hacia el precipicio de arena que se pierde en la profundidad, veo la sombra de dos pargos cebadales (las samas de Marco, Lutjanus analis), nerviosos por lo sucio del agua. Luego veo que sale de esa bruma uno un poco más grande, se detiene cuando me ve y se pone receloso, nadando mas lejos que sus camaradas. Dudo entre concentrarme en los dos más pequeños, más cerca, o el grandecito; pero pareciera que el brazo por sí mismo elige el grande y mueve el fusil lentamente hacia él. Está muy lejos, apenas se ve el lomo dorado, así que me quedo completamente quieto a ver si se viene. Esos pargos ya se han cansado de ver a un camarada nuestro que trabaja por ahí cerca y sale a pescar casi todas las semanas y si están vivos es por algoíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚¦ (Roberto Verginelli, tal vez Cyranoso lo conozca, porque siempre compite por Sucre). En eso, el encanto como que funciona porque se me acerca un poco más viniendo de frente, entonces comienzo a apuntar y se detiene, inseguro íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚¦ Voy a tener que tirarle de lejos íƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒÂ¢í¢â€šÂ¬í…“piensoíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒÂ¢í¢â€šÂ¬í…“ porque ya los conozco y sé que lo más probable es que se pierdan si subo (al menos que engode después o nos quedemos un rato muy largo dándole y dándole y ya nos teníamos que iríƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚¦). Debía confiar en el nuevo fusil como confío en los viejos conocidos y aún así estaba lejos, el condenado pargo. Apunto lo mejor que puedo y zas!!! qué sea lo que el mar quiera.
Veo un destello doradoíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚¦ veo másíƒÆ’í‚¢íƒÂ¢í¢â‚¬Å¡í‚¬íƒâ€ší‚¦ veo un lomo que se voltea y hace espasmos, veo que cae sobre las piedras vencido y, feliz, comienzo a subir porque ya me había prolongado demás. Mientras tanto va saliendo driza del carrete para no ponerle un esfuerzo adicional a mi ascenso. Cuando llego a la superficie la aviso a íƒÂngel del tiro y que están dos cebadales más, y me pongo a subir el parguito, que nada suavemente en vano, seriamente afectado. íƒÂngel estuvo bajando varias veces a ver si al final los veía nuevamente y nada, al final lo que tuvo que sacar fue la cámara y sacarme una foto con la modesta pieza.
Y luego otra en la barca
En la primera la máscara tapa la cara de felicidad que tenía. No tanto por la pieza en sí, sino porque no creí que tuviera condiciones ni suerte todavía para pescar en esos lugares tan desérticos. Así mismo, el fusil, para ser su primer tiro mejor no se podía portar. La precisión es sin más impresionante, no digamos la magia que hace con la flecha que la desaparece de la vista. Aún así, debo ponerle monofilamento de 1,8 mm porque el que usé de 2 mm es muy gordo y dificulta la entrada de la flecha en el mecanismo y debe dificultar el vuelo. Por otra parte, el tovarich para flechas de 8 mm también se portó muy bien aunque no pude probarlo con una buena pieza e hice muy pocos tiros. Imagino que en un buen lugar, no debería tener excusas para no pescar buenas piezas; en todo caso, si falla uno tengo al otro y viceversa. Veamos si el cuerpo aún aguanta, que esa es la parte más jodida de la ecuación, je je.
Saludos, compañeros y ojalá tengamos más suerte en otra salida
Alexis