Las morenas, conocidas desde la antigíƒÆ’í†â€™íƒâ€ší‚¼edad, fueron objeto de extravagantes creencias, como que podían seguir viviendo después de haberles cortado la cabeza y que morían inmediatamente si se les amputaba la cola, donde residía su gran fuerza. Los romanos apreciaban tanto su carne, que las llegaron a criar y engordar en estanques anchos y profundos, construidos con sumo arte cerca de las playas, en los cuales el agua salía y circulaba libremente. Las morenas eran servidas por los romanos en los banquetes en que celebraban sus triunfos y así satisfacían su apetito.
Como algunos creían que tales peces resultaban más exquisitos si se les alimentaba con carne humana, arrojaban en los estanques esclavos presuntos culpables de cualquier delito para que los devorasen. En la actualidad las morenas se comen en las costas españolas e italianas y además se aprovecha su piel, que es gruesa y resistente, para confeccionar bolsas y diversos objetos de peletería.
Saludos,
Oscar - Farrito