La historia de la piedra de Jony y su morador tiene tres partes bien diferenciadas que trataré de resumir:
1er día. Andaba con mi barquero revisando marcas de las obtenidas sondeando durante el frió invierno. Agua súper limpia, pero la piedra era ciega. Antes de iniciar el ascenso , miro al frente y tras un arenal de unos doce o quince metros, separada de la losa que andaba registrando me parece ver la silueta oscura de lo que parece ser una piedra de unos 4 de largo por 1,5 mas menos de alto. En la siguiente bajada caigo por el lado de tierra, sobre ella hay un cardumen de peces luna preciosos , que a medida que me acerco a su piedra la van abandonando. Al llegar a la copa, veo que la piedra hace un escalón pronunciado de unos dos metros de altura hacia el lado de fuera, parece que hace una U, con entrada a la piedra y ¡¡ premio¡¡ de ella sale una considerable nube de polvo. Al llegar a superficie le comento al lanchero que hoy puede que hayamos tenido suerte. Siguiente bajada. La corriente hace que no caiga demasiado bien, estoy por fuera y me aproximo reptando sigilosamente, llego a la piedra que aun se encuentra bastante turbia, me asomo y voy examinando cada recoveco con la linterna, al mirar hacia el lado derecho, tengo al animal tan cerca que ni siquiera me da opción de apuntarle antes de volverme a dar un coletazo para perderse en la tiniebla que el mismo crea. Estoy cansado y es hora a abortar la salida de pesca, con la ilusión de volver a ver al animal en otra ocasión. Entre bromas en la barca, el mero queda bautizado como Jony y su guarida, evidentemente como la piedra de Jony.
2º Día. Miguel Ángel, el lanchero y yo estamos decididos a visitar a nuestro amigo. Balizo la piedra y caigo lento sobre ella, el interior está muy limpio, sin nada de limo, no veo el mero por ningún lado y tras tomar superficie, explico a mi compañero con bastante desolación que nos han levantado la pieza.
Un par de bajadas mas para reconocer los alrededores de la piedra de Jony, sin observar nada de interés.
Miguel ángel me insta a que suba al barco para continuar revisando waypoints, pero yo insisto en hacer una última bajada en el boquete bueno, por si el serranido andaba por la zona y con el jaleo se hubiera refugiado de últimas en su cubil. Volviendo a examinar minuciosamente cada rincón, ¡¡ Hay está¡¡ Inmóvil observándome fijamente muy al fondo de la piedra mirandome de frente, dejando al descubierto de si mismo solo su pico y ojos. A priori pudiera tener un bien tiro, pero se encuentra muy al fondo, mi vista no rinde a pleno rendimiento en el interior de cuevas y un tiro que aunque en la cara no fuera letal, podría complicarme y mucho la extracción del pescado. Haciendo Caso a las recomendaciones de mi amigo, decido nuevamente dejarlo para otro día.
Hoy me acompaña un viejo amigo, Antonio, cómplice de numerosas salidas de pesca y con el cual me encuentro muy cómodo y seguro en el agua, debido a su formación sanitaria y saber estar en el medio acuático. “¡¡ Hoy es el día Miguel Angel”, exclamo, “¡ Pon rumbo a la piedra de Jony¡”. Por el camino explico a Antonio como han acontecido los dos encuentros anteriores, la estructura y dibujo de la piedra, y como espero encontrar al pescado ( igual que en la segunda salida) para intentar un tiro frontal que con su inestimable ayuda me permita cobrar la pieza. Primera bajada, el sr jony ha hecho su trabajo tal como yo esperaba, ha levantado algo de tierra, pero no la suficiente ocmo para impedirme examinar la roca, centro la vista al fondo, a ese pequeño agujero donde debería estar, pero no esta ahí . Con un ligero giro de mi cuello me doy cuenta que se encuentra a mi derecha, de lado, observándome a un escaso metro de mi posición en una sombra de la piedra, pero dentro de la visera. Giro el 95, tengo la cabeza encarada, aprieto gatillo y comienzo el ascenso tras comprobar que no hay ningún lío del carrete ni ninguna complicación de última hora. Mientras me despego del fondo, el hijo no me transmite tensión alguna, no noto movimiento de polvo salir de la piedra, y todo eso debe ser buena señal porque estoy seguro de haber apuntado bien. Pocos metros antes de llegar a superficie, noto al orangután ( por la musculatura) de mi colega, cogerme de una axila y acompañarme durante los últimos 4 o 5 metros hasta reencontrarme con la preciada inhalación de oxigeno, llegaba sobrado, pero son detalles que no tienen precio.
Antonio rápidamente engancha la sacameros al fusil y genera una tensión en el cabo que cuando menos debe resultar incomoda para el pez. ( y voy resumiendo que canso).
Nueva bajada siguiendo el hilo del fusil, comodidad psicológica de saber que esta bien pinchado y que solo siguiendo la línea llegaré asta el animal sin tener que buscarlo. Al llegar al inicio de la varilla observo que un nuevo huésped de cuerpo serpentiforme ha acudido al olor de la sangre reculando apresuradamente ante mi presencia, zigzagueando , lo cual levanta polvo nuevamente y me impide ver la presa para asestarle un segundo tiro de gracia, por lo que agarro la varilla, la tanteo y veo que aunque con algo de resistencia, voy extrayendo el mero que en décimas de segundo, descubre su cuerpo entero, pudiendo observar como el pescado se encuentra To-tal-me-te´n-OOOOOOOOOFFFFF. Joder que gloria.
En superficie, recogida de bártulos, celebraciones propias del éxito en equipo y para casa tras saludar a unos amigos pescasubs que se encontraban en una zona de paso a la rampa ( José cabrón menudo pepino de barco)
Espero no haberme hecho demasiado pesado, pero he disfrutado mucho reviviendo la historia.
Jony tio, lo siento, has sido un digno oponente, pero en esta ocasión ha primado la paciencia, la sangre fria y el saber esperar el momento adecuado para tu derrota. Descansa en paz.
Saludos a todos.