A día de hoy en Galicia apenas se consumen, pero lo cierto es que en otros tiempos eran bastante apreciadas y hasta había artes de pesca específicos para ellas, como la entallada, consistente en una red con la que se cerraba una ensenada con marea alta y se esperaba a que la marea vaciante obligase a los peces a ir contra el aparejo.
Su mala fama actual viene por los hábitos de varias especies -en particular, Mugil cephalus y Chelon labrosus- de frecuentar aguas sucias e insalubres, como puertos y emisarios, donde soportan cargas orgánicas inasumibles para cualquier otro bicho. Pero esas mismas especies capturadas en mar abierto, o incluso entre las bateas de las rías, siguen siendo pescados agradecidos para hacer al horno, a la brasa o cocidos, sobre todo cuando están gorditos y tienen una abundante capa de grasa. Como anécdota, recuerdo que hace años estábamos preparando un ejemplar gordo de mújel de batea a la brasa, y empezó a soltar grasa hasta el punto de que llegó a crear un chorro continuo, que acabó por prender llama y nos obsequió con una lisa flambée.
Mención aparte para la lisa de punto amarillo, Liza aurata, a la que no le gusta especialmente el agua sucia y tiene una carne más fina que el resto. Ojo, que no todas las que tienen la mancha amarilla son L. aurata! El resto de las especies pueden presentarla cuando tienen mucha grasa, pero si además tienen los labios finos, el cuerpo bastante fino y las pectorales largas y agudas es un aurata.